Opuntia: los “Higos chumbos” … formas escultóreas y espléndidas flores

Exóticas presencias. Las opuntia. Cuando las espinas… florecen. Formas escultóreas y delicadas corolas engastadas entre las espinas. Cómo se cultivan. Los consejos del director del Jardin Exotique en el Principado de Mónaco.

 

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Texto © Giuseppe Mazza

 

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Traducción en español de Viviana Spedaletti

 

Opuntia, y a alguien le vienen escalofríos. A otros en cambio brillan los ojos, porque con los cactus es así: no existen términos medios, o se adoran o se odian.

Plantas antes suntuosas, con hojas y flores espectaculares como las rosas, que luego, al secarse el clima, en milenios han transformado las hojas en espinas, para reducir drásticamente la transpiración.

Las ramas, que se llaman aquí «segmentos» o «palas», se transformaron en verdes, para desarrollar la función clorofílica; y las gemas se han transformado en «areolas», estructuras superficiales de las cuales brotan las flores, minúsculas hojas generalmente caducas, los nuevos segmentos y sobre todo las espinas.

En el género Opuntia éstas son enriquecidas en la base por una sutil pelusa de cerdas ganchudas, los «gloquidios», muy molestos y dolorosos porque sólo se meten en la piel al rozarlos, desanimando, si aún fuera necesario, el mordisco de los herbívoros.

Plantas utilizables, por qué no, en las cercas, en lugar de los antiestéticos alambres de púa, puntas de lanza de hierro o trozos de vidrio incrustados en cemento, adornadas, en primavera-verano, por espléndidas flores.

Rojas, anaranjadas y amarillos hasta casi blancas, en una vasta gama de matices y acercamientos, se abren por días cuando el sol está alto sobre el horizonte, y tienen increíbles estambres sensitivos, que rozados apenas por un insecto o por un dedo, se cierran sobre el pistilo, para no perder, no se sabe nunca, la ocasión de las bodas.

Luego el vientre de la flor se hincha y nacen unas bayas a menudo sabrosas como las del Higo chumbo (Opuntia ficus-indica) y de especies análogas, como la Opuntia tuna, la streptacantha o la cardona.

En México y en Tejas, después de haber removido los gloquidios, también consumen las jóvenes palas hervidas o fritas; y esta era la hortaliza cotidiana «de larga conservación» en muchos barcos del 17° y 18° siglo.

De dos especies, la Opuntia cochenillifera y la Opuntia tomentosa, se saca desde la época azteca, un colorante rojo, el célebre E120, de gran empleo en bebidas, embutidos y lápices labiales.

La planta sólo hace de soporte, porque el producto, está provisto de un insecto no ciertamente atractivo, una cochinilla de secreciones rojas, el Coccus cacti, que chupa como una chinche las pobres Opuntia. 200 toneladas de insectos secos al año, sólo para citar la producción de las Canarias, que molidos y tratados ofrecen 40 toneladas de rojo carmín en polvo, cerca del doble de nuestra exigencia anual.

LA SISTEMÁTICA

Los coleccionistas, o mejor, hablando de Opuntia, los «maníacos», pueden contar con casi 250 especies asociadas en 4 subgéneros principales.

Al grupo de las Consolea, que ostenta además el más antiguo fósil existente de estas plantas, una Eopuntia de 50-35 millones de años, pertenecen plantas de gran talla, naturales de Indias Occidentales, altas hasta 10 m, con el fuste central que pierde rápidamente el aspecto de palas para transformarse en un real tronco. Plantas que se pueden hospedar sólo en el Sur o en los cálidos jardines de la Costa Azul como el Jardin Exotique de Mónaco que ostenta estupendos ejemplares de Opuntia falcata de Haití de flores rojizas.

A las Platyopuntia, el clásico grupo de los Higos chumbos, pertenece la mayor parte de las especies, con ejemplares más o menos llamativos y tolerantes al frío.

Quien tiene un jardín mediterráneo podrá cultivar fácilmente al aire libre la Opuntia ficus-indica de América tropical, con flores amarillas o la Opuntia monacantha, difundida en las zonas costeras de Brasil, Uruguay y Argentina, con flores amarillo-anaranjado, de hasta 9 cm de ancho; plantas de 4 y 6 m de altura, que soportan también breves heladas.

Y donde las mínimas no descienden por mucho por debajo de los 4-5 °C, se podrán hospedar también varias especies mejicanas como las mencionadas Opuntia tomentosa, con palas aterciopeladas, flores rojo-anaranjado de 7 cm, pocas espinas y reales troncos altos hasta 6 m; la Opuntia cochenillifera, un poco más baja, con insólitas corolas bermejas, alargadas, de la cual aparecen en haces los estambres; la Opuntia leucotricha, de talla análoga, con flores amarillas y frutos aromáticos blanco-amarillentos, rojos o morados, vendidos en las tierras de origen como «duraznillo»; y la Opuntia pilifera aurantisaeta, alta hasta 5 m, con flores rojo-carmín.

L’ Opuntia quimilo del Norte de Argentina, todavía más friolenta, requiere mínimas superiores a los 6-7 °C y a la protección de un invernadero frío para llegar a sus 3-4 m de altura, con palas largas de hasta medio metro, flores rojo ladrillo y llamativas espinas.

Accesibles a todos, porque son aptas también para el cultivo en maceta, son las Opuntia grandis del Norte de México, no más alta de 60 cm, con flores amarillas de 2 cm de diámetro; la Opuntia phaecantha camanchica, de los EE.UU. y de México, altas 1 m con flores amarillas o rosas salmón de 5 cm y palas de 10-15 cm que se colorean de rojo en la estación fría; la Opuntia catingicola de Brasil, de talla análoga, con florcitas rojas sujetas por curiosos «conos» en tubérculos; la Opuntia gosseliniana, difundida desde México hasta baja California, atractiva, más que por las florcitas amarillas, por las palas rojizas en correspondencia de las areolas y la presencia, como cabellos, de largas espinas en el ápice; o la Opuntia rufida, de Tejas y México septentrional, con flores anaranjadas y anchas areolas ricas en gloquidios rojo-amarronados.

Esta bonita especie carente de espinas, es confundida a menudo con la Opuntia microdasys albispina de México septentrional, levemente más pequeña con gloquidios blancos y flores amarillo pálido, frecuente en las efímeras composiciones «artísticas» de plantas crasas.

Aptas para el cultivo en maceta son también la Opuntia sulphurea de Argentina occidental, con flores amarillo-azufre de 4 cm de diámetro y palas escultóreas, ricas de llamativos tubérculos y espinas retorcidas; la Opuntia erinacea ursina de Arizona y California oriental, con florcitas rosas o anaranjadas y espinas largas y sutiles, parecidas a cabellos; y la Opuntia basilaris de EE.UU. y México septentrional con palas verde-azuladas teñidas de rojo en el ápice y en la zona de las areolas, disponible además en una romántica variedad «cordata» con segmentos en forma de corazoncitos.

De porte bajo y que tapiza, la Opuntia picardoi de Argentina septentrional golpea horizontalmente por las palas dispuestas en «cadena» y por las flores escarlatas de 4 cm, muy grandes respecto a la planta; y la más fácil, de porte bajo-arbustivo, es sin dudas la Opuntia humifusa de EE.UU., casi sin espinas, con palas de 7-17 cm, pequeñas hojas caducas en «garfio» y llamativas flores amarillas de 6-8 cm de diámetro. No teme el frío, superando sin graves daños también breves heladas nocturnas, y hasta se ha naturalizado en varias zonas de Suiza. Y para los amantes de lo insólito existe la Opuntia stenopetala de México central, con pequeñas corolas escarlatas, de ápice agudo.

Al grupo de las Cylindropuntia, con segmentos cilíndricos en lugar de las palas, pertenecen varias especies de porte erguido o bajo.

La más común y fácil de cultivar es la Opuntia subulata de Perú meridional, conocida también como Austrocylindropuntia, alta hasta 4 m, con florcitas rojas, segmentos de 6 cm de diámetro y llamativas hojas cilíndricas, parecidas a cuernos, que duran hasta más de un año.

Cuernos análogos presenta también la Opuntia (= Austrocylindropuntia) verschaffeltii de Bolivia y Argentina septentrional, con pocas espinas y flores de 4 cm, enormes con respecto a los segmentos, casi inermes, con porte arbustivo y rasante.

Estructuras en cilindros, todo espinas, procedentes de México, son las Opuntia (= Cylindropuntia) tunicata, Opuntia molesta, Opuntia recondita y Opuntia acanthocarpa; verdaderas «pestilencias» en los países de origen, con flores modestas amarillo rojizas o anaranjadas, pero «alegrías de los coleccionistas” por el indudable estilo escultóreo.

Más delgados, como anoréxicos, son los segmentos de la Opuntia leptocaulis, difundida desde el sudoeste de EE.UU. hasta México, y la graciosa Opuntia (= Austrocylindropuntia) salmiana de Brasil meridional, en Bolivia y en Argentina, con flores amarillo-crema y frutos escarlatas o morados que adornan la planta por meses, a menudo brotando en el ápice, como si nada.

Al grupo Tephrocactus, completamente sudamericano, con segmentos agrupados en estructuras globosas, pertenecen especies no siempre fáciles pero insólitas.

Asombran los segmentos en forma de huevo de la Opuntia ovata de Argentina centro occidental, que florece raramente en cultivo; la Opuntia diademata con espinas planas «en sable», o sin espinas en la variedad inermis; y los «cojines» de la Opuntia pentlandii de las mesetas de Bolivia, que es la más fácil del grupo. Soporta en efecto breves heladas, pero teme, cosa extraña para un cactus, los fuertes calores veraniegos.

CULTIVO

En conjunto, particularmente en los climas mediterráneos, las Opuntia son plantas fáciles que prosperan, sin demasiados cuidados, en terraza y en jardín.

Necesitan mucho sol, un terreno ligero, arenoso y calcáreo, pobre en nitrógeno, visto que no tienen hojas, pero rico en fósforo y potasio, y contrariamente a cuanto se cree, de una adecuada aportación hídrica.

Si todas las Opuntia temen en efecto los estancamientos, y necesitan un drenaje perfecto, no quiere decir que se tengan que regar con cuentagotas. En invierno, cuando van a descanso, basta generalmente una intervención al mes, pero en verano, especies en pequeñas macetas, en una terraza soleada tienen que ser mojadas al menos en días alternos.

Naturalmente las raíces bajan en profundidad, y en los puntos estratégicos, junto a los peñascos, recogen el rocío de la mañana; pero en una maceta de pocos centímetros, secas y compactas, mueren en poco tiempo por asfixia.

Las variedades más friolentas, especialmente donde llueve en invierno, necesitan de una espaldera o un invernadero improvisado con paños de plástico perforados para la ventilación. Y si se llevan las macetas a un porche luminoso, no calefaccionado, se expondrán gradualmente al sol para evitar antiestéticas quemaduras.

INJERTOS

Las especies más delicadas como la Opuntia ovata, y generalmente las pertenecientes al grupo de los Tephrocactus se injertan sobre plantas vigorosas como la Opuntia tunicata o la Opuntia tomentosa.

En pleno verano, después de mantenerla mojada y cuidada durante el mes que precede a la intervención, se corta bajo el porta injerto, y se le aplica con una banda elástica, teniendo cuidado que no se formen burbujas de aire, la base seccionada del segmento de la especie huésped. Generalmente arraiga, y después de 15 días se pueden remover las uniones.

REPRODUCCIÓN

Las semillas de las Opuntia tienen un revestimiento duro, y antes es conveniente mantenerlos en agua tibia 2-3 días. Luego se esparcen sobre la arena húmeda, entre mayo y julio, a temperaturas no inferiores a los 21 °C, en un recipiente cubierto por un vidrio opacado con cal, que se puede dejar también al sol. Y cuando brotan las plantitas, se ventila progresivamente el ambiente.

Pero a menos que no se busquen híbridos, es más ventajosa la propagación por esqueje.

Naturalmente los segmentos de muchas plantas se separan espontáneamente arraigando en el suelo; y en cultivo basta con retirarlos con un buen par de guantes y una cuchilla, dejar cicatrizar la herida, a la sombra, durante unos quince días, antes de enterrarlos por 1/4, en verano, en un terreno arenoso no muy húmedo.

 

GARDENIA  – 1985