Caprimulgus europaeus

Familia : Caprimulgidae

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Texto © Dr. Gianfranco Colombo

 


Traducción en español por el Prof. José Campos

 

Caprimulgus europaeus, Chotacabras gris, Chotacabras europeo, Caprimulgidae

Chotacabras gris cantando a la luna. Es un ave genuinamente nocturna, activa en la oscuridad absoluta © Gianfranco Colombo

El Chotacabras gris o europeo (Caprimulgus europaeus Linnaeus, 1758) pertenece al orden de los Caprimulgiformes y a la familia Caprimulgidae. Esta especie y el Chotacabras pardo o cuellirrojo (Caprimulgus ruficollis), este último confinado a la Península Ibérica, son los dos únicos representantes de esta familia en Europa.

Muy pocos han tenido la oportunidad de observar a esta ave en la naturaleza, a no ser que sean verdaderos entusiastas de la ornitología y ávidos naturalistas, y entre estos son muchos los que han tenido que esforzarse durante mucho tiempo antes de encontrarse con uno oculto, camuflado en un tronco seco o agazapado en el suelo como un trozo de madera reseca.

El chotacabras es un ave puramente nocturna con una actividad que comienza en la oscuridad absoluta, volando con destreza de una manera elegante y ligera, rozando ramas y arbustos, terraplenes y construcciones, a la caza de grandes insectos con los que se alimenta.

Justo antes del amanecer, desaparece. Se posa entre las ramas de un tronco seco caído en el suelo o en una rama baja de un árbol retorcido o mejor aún, en el suelo entre trozos de madera, hojas secas y piedras, donde desaparece totalmente de la vista.

¡Y eso no es todo! Aunque ya tiene un color tan críptico que es indistinguible de todo lo que le rodea, la naturaleza también le ha dotado de actitudes que acentúan esta capacidad.

Entorna sus ojos negros redondos, el único indicio que podría revelar su presencia haciéndolo diferente del trozo de madera junto al que está posado, hasta transformarlos en una pequeña fisura longitudinal alargada que parece una pequeña grieta en la corteza y desaparece. ¡No satisfecho con esta actitud, consciente de ser invisible, permanece en su lugar hasta casi ser pisado, con un espacio para escapar de un par de metros que le otorga el lujo de no revelarse a sí mismo si no es de manera casual!

Por lo tanto, es una de las aves menos observadas y, a menudo, las poblaciones con las que comparte el hábitat ni siquiera conocen la existencia de este animal. Quizás es también por esta razón que los que le dieron el nombre son los únicos que en el pasado tuvieron la oportunidad de observarlo.

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El macho se distingue de la hembra por las manchas blancas en el extremo de la cola y en las tres primeras rémiges © Gianfranco Colombo

De hecho, no hay pastor o guardián de rebaños que no haya tenido la oportunidad de toparse con esta ave durante su vida itinerante. El avance de los rebaños es un verdadero rastrillado de la zona que cruzan, por lo que no hay forma de que estas aves esquiven el paso de los animales y durante su tránsito inevitablemente se las levanta y echan a volar.

Es un ave además del tamaño de un cuco y con una envergadura normal, por lo que no escapa fácilmente a la vista. No hay duda de que el nombre de chotacabras y luego la correspondiente traducción científica en latín, y aún muchos de los nombres europeos basados ​​en la misma homonimia, derivan del conocimiento que los pastores siempre han tenido de estas aves.

El hecho de que se observaran por la mañana durante los primeros movimientos de los rebaños había hecho pensar que vivían mamando la leche de las cabras y que luego éstas se volvían improductivas y caían en largos períodos de secado y, a veces, también se quedaban ciegas. De este concepto surgió el nombre vulgar tan común y extendido en Europa.

Por el contrario, en las regiones asiáticas donde esta ave está muy extendida no hay referencia a esta anécdota e incluso en Francia se le llama extrañamente Engoulevent d’Europe, «traga viento», probablemente por su boca tan rara y grande.

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Hembra en vuelo. Las alas son largas, estrechas, como de halcón, y las mueven con elegancia y destreza © Gianfranco Colombo

Aunque se le conoce como chotacabras, sin embargo, también se le llama con otros nombres siempre muy particulares e imaginativos: Fern Owl (búho de los helechos), Nightjar (jar = chirrido, por su sonido nocturno), Nightraven (cuervo nocturno), Puckeridge (epíteto también usado para indicar una vieja enfermedad de las ovejas), Corpse bird (ave de los cadáveres), Nottolone (por sus hábitos nocturnos), Calcabotto (porque se pensaba que en el suelo se posaba –“calcare” = pisar- sobre los sapos = “rospo”, “botto”, en italiano) y Bucassa (bocaza). Finalmente, Gabble Ratchet (sabueso de cadáveres), refiriéndose a una leyenda anglosajona según la cual las almas de los niños no bautizados vagaban en forma de esta ave hasta el día del Juicio Final. Otros nombres europeos: Ziegenmelker en alemán; Succiacapre en italiano; Noitibó da Europa en portugués; Kaprimulgo en esperanto.

Zoogeografía

El chotacabras gris presenta un área de distribución amplia que abarca todo el continente europeo, aunque con un patrón de tipo manchas de leopardo, y solo falta en el extremo norte de la península escandinava y en Escocia.

En Asia está presente en todo Oriente Medio y en el cinturón templado hasta Mongolia en el norte y el valle del Indo en el sur.

En África tiene pocas colonias nidificantes en el norte de Marruecos, Argelia y Túnez, aunque más tarde toda la población mundial de esta especie migra a este continente para pasar el invierno.

Es un migrador de larga distancia y durante la migración alcanza toda la región subsahariana de África Oriental, desde Etiopía hasta Sudáfrica. Por otro lado, las aves que migran por Europa occidental invernan desde Senegal hasta Nigeria. Llega a las zonas de cría a finales de primavera y comienza la migración a los cuarteles de invierno a partir del mes de agosto.

Se han descrito seis subespecies, pero las diferencias con la nominal son bastante pequeñas, excepto por colores ligeramente más claros o leves diferencias de tamaño. Caprimulgus europaeus europaeus, en Europa continental e Islas Británicas hasta Siberia; Caprimulgus europaeus meridionalis, en la región mediterránea hasta el Cáucaso; Caprimulgus europaeus sarudnyi, en Asia Central occidental; Caprimulgus europaeus plumipes, en Mongolia; Caprimulgus europaeus dementievi, en el área de Lago Baikal; y Caprimulgus europaeus unwini, en Asia Central oriental.

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Al amanecer, el chotacabras gris desaparece. Se posa entre las ramas de un tronco seco caído o en el suelo entre trozos de madera, hojas secas, musgo, hierbas y piedrecitas. Cuando incuba, la hembra es prácticamente invisible © Gianfranco Colombo

Ecología-Hábitat

El hábitat idóneo para el chotacabras son los ambientes abiertos y secos, ricos en insectos.

Praderas arenosas y con guijarros, plantaciones recientes de árboles, bosques de pinos marítimos, polígonos militares y aeropuertos, llanuras costeras arenosas, claros de bosques, zonas de arbustos y brezales, pero siempre con grandes espacios donde poder volar y cazar los insectos de los que se alimenta.

En Europa rara vez alcanza altitudes superiores a 1500 m, mientras que en Asia y en los lugares de invernada no es difícil encontrarlo hasta más de 3000.

Al anidar en el suelo, necesita suelos áridos con buen drenaje y sin agua estancada, que sería perjudicial para el nido.

En brezales sujetos a veces a inundaciones temporales, generalmente coloca el nido en pequeñas elevaciones del terreno para tener más seguridad.

Tampoco teme a la insolación porque a menudo coloca el nido a pleno sol y durante la incubación puede pasar todo el día bajo el sol estival, a veces abrasador, sin ninguna dificultad.

Morfofisiología

El chotacabras gris tiene dimensiones muy similares a las de un cuco o un cernícalo.

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Este macho, apostado cerca, no es menos y parece casi fusionarse con la piedra © G. Colombo

Mide aproximadamente 30 cm de largo, con una envergadura de 60 cm y un peso de 100 g. Cuando echa a volar parece mucho más grande de lo que uno se imaginaba cuando estaba parado. Tiene alas de halcón, largas y estrechas, que mueve con gran elegancia y soltura y que, junto con la larga cola que maniobra continuamente, le permiten revolotear y virar con gran facilidad.

El macho es ligeramente más grande que la hembra, pero se diferencia de ésta solo por las dos grandes manchas blancas en el extremo de la cola y por la mancha más pequeña, también blanca, en las primeras tres rémiges de cada ala.

El color de los adultos es una mezcla de manchas, rayas y líneas de color negro, marrón oscuro y blanco, tan mezcladas entre ellas que imitan perfectamente un trozo de corteza rugosa y podrida que ha caído al suelo.

Si consideramos que cuando está en el suelo reduce su tamaño encogiendo la cabeza entre los hombros, cierra los grandes ojos y se acomoda perfectamente en una pequeña depresión, se puede imaginar cuál es el resultado.

Tiene una cabeza ancha y aplanada, con un pico que parece muy pequeño porque está oculto por plumas y cerdas, pero que esconde una boca muy grande, impensable en semejante ave.

Posee patas muy cortas prácticamente inservibles, que nunca usa para caminar, ya que tanto en el suelo como en las ramas se tiende sobre el cuerpo.

Los juveniles son muy similares a los adultos, aunque sus colores no son tan nítidos, pero las crías durante los primeros días tienen una librea increíblemente mimética, tal vez incluso más que la de los adultos.

Las plumas de las aves jóvenes tienen los bordes con filamentos blancuzcos que hacen que la librea sea prácticamente invisible y no se pueda adivinar su forma, imitando un pequeño trozo de madera cubierto por una ligera telaraña blanquecina.

Además, permanecen inmóviles incluso al tocarlos, por lo que a veces es necesario palparlos para asegurarse de que realmente son aves pequeñas.

Sin embargo, después de la primera semana reaccionan más y, durante el tiempo que queda para poder volar, muestran una particular agresividad defensiva pero muy efectiva. Abren completamente su enorme boca, abren sus alas y cola y silban como una serpiente.

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Otro macho bien camuflado. Aunque se pase a un par de metros de distancia, a menudo no se mueve. Solo los rebaños, que barren el terreno paso a paso, logran hacerlo volar. De ahí el nombre de chotacabras, porque los pastores, al verlo huir entre las cabras por la mañana, pensaban que mamaba su leche © Gianfranco Colombo

Etología-Biología reproductiva

Su llegada a las áreas de reproducción se detecta fácilmente por el incesante canto crepuscular y nocturno que emite el macho para defender su territorio. Un sonido continuo muy similar al de un sapo o comparable al de un ventilador que es obstaculizado por una ramita al girar, con altibajos continuos de intensidad y ocasionalmente intercalados con un tiiiiuuu tek tek tek como nota final. Mucho más característico es el vuelo nocturno del macho para delimitar el territorio o sobrevolar el área mientras la hembra está incubando.

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Cuando está posado, de día, el ojo se convierte en una pequeña fisura: casi desaparece de la vista imitando las grietas de los árboles. De noche, cuando está volando y abre su enorme boca para cazar, una serie de cerdas duras se extienden en abanico formando una especie de embudo que deja poco escape a los insectos © Gianfranco Colombo

Un vuelo ligero con aleteos muy lentos y largos planeos con alas dirigidas ligeramente hacia arriba como en los aguiluchos (Circus spp.), luego continuos ascensos y cambios de dirección, mientras emite incesantemente un agudo y seco kuik kuik que se oye desde lejos. A veces, incluso hace el Espíritu Santo y puede volar unos metros hacia atrás como los colibríes. Durante estas exhibiciones, a menudo agita sus alas hacia arriba con un chasquido particular, como una bofetada, que causa un ruido seco y bien audible. También usa el pico a menudo para emitir sonidos, pero en este caso solo son audibles desde muy cerca.

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Los nidos también son miméticos y los huevos, ampliados en la imagen inferior, se confunden con piedras © Gianfranco Colombo

Cuando se posa lo hace directamente en el suelo en un espacio sin vegetación, de forma que queda totalmente expuesto a la vista, confiando en su camuflaje especial.

El macho a veces prefiere ramas bajas o troncos caídos, tendiéndose directamente a lo largo de la rama.

El chotacabras gris se alimenta de grandes polillas, pero también de escarabajos nocturnos atrapados al vuelo mientras cazan en la oscuridad absoluta. Esta ave está dotada de ojos negros muy grandes que le permiten tener una buena visión en la oscuridad, especialmente si se ve favorecida por la presencia de un pequeño reflejo lunar.

Tiene varios períodos de caza, uno crepuscular inicial, muy fructífero, intercalado con períodos de descanso en los que emite su sonido habitual, y luego reanuda la caza hasta el amanecer.

Durante el día, permanece absolutamente quieto y no se mueve de su refugio habitual. Incluso la hembra, cuando está en el nido incubando o con las crías, permanece agachada en el suelo durante todo el día.

Caza manteniendo la enorme boca abierta, una abertura inimaginable e increíble para un ave de este tamaño, provista además de una serie de cerdas duras que se abren como un abanico que transporta a la víctima hacia la boca, aumentando aún más su capacidad para atrapar presas.

El chotacabras gris espera unas semanas desde su llegada al lugar de nidificación, antes de aparearse y poner huevos.

La pareja es diferente para cada temporada de reproducción, pero permanece fiel durante toda la temporada.

Una vez que se forma la pareja y se elige el territorio, los dos huevos habituales se ponen directamente en el suelo, sin añadir nada al nido. Una pequeña depresión natural del terreno, cerca de una piedra si está disponible o entre trozos de madera de un árbol caído y podrido o cerca de un viejo tronco seco o, especialmente en las regiones norteñas, en brezales con arbustos bajos pero siempre en lugares abiertos. Increíble e inimaginable fidelidad en la elección del lugar de reproducción.

Año tras año, el chotacabras gris regresa a los mismos lugares con una precisión tan minuciosa que se le encuentra siempre debajo del mismo arbusto o, a lo sumo, alejado solo unos pocos metros y a corta distancia siempre de la misma piedra o de ese viejo tronco ya convertido en reliquia, con el macho encaramado en una rama para controlar su territorio. Como las golondrinas con sus nidos.

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Una hembra y dos crías, prácticamente invisibles, que ni siquiera se mueven al tocarlas. Los trucos miméticos se aprenden desde el nacimiento, junto a la madre © Gianfranco Colombo

Se puede encontrar el nido del chotacabras gris cuando uno menos se lo espera, debido a su gran capacidad para adaptarse y mezclarse con el entorno que ha elegido. Aunque es un ave de espesuras y a menudo lugares inhóspitos, no desdeña la cercanía del ser humano y ocasionalmente coloca su nido cerca de las paredes de casas rústicas o de los vallados de recintos de animales o incluso de huertos y jardines rurales.

Los huevos son blanquecinos, con numerosas manchas de color gris-ocráceo, parcialmente descoloridas y muy tenues. La incubación, realizada principalmente por la hembra, comienza al mismo tiempo que se pone el primer huevo y dura 18 días.

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Las plumas de los pollos tienen el borde con filamentos blancuzcos para parecerse a madera con telarañas © Gianfranco Colombo

Las crías nacen desnudas, pero en muy poco tiempo se dotan de plumón y plumas miméticos y después de diez días comienzan a escabullirse del nido mientras permanecen cerca de él.

Durante este período, puede haber una escasez temporal de alimentos debido al mal tiempo inesperado o a condiciones climáticas adversas, a la cual las crías responden cayendo en una hipotermia similar a la que caracteriza a los vencejos comunes (Apus apus), que ralentiza el metabolismo durante unos días, permitiendo a estas aves superar la adversidad.

En esta etapa de crecimiento, la hembra abandona a su progenie y comienza la segunda cría, dejando que el macho se encargue de la cría anterior. Aproximadamente un mes después, los jóvenes se independizan.

En este punto, los jóvenes abandonan el territorio natal y comienzan a deambular por las áreas circundantes, a veces incluso inician una verdadera migración hacia los territorios de invernada. Como todas las aves que anidan en el suelo, el chotacabras gris tiene un número considerable de depredadores, pero estos también se encuentran con la misma dificultad para descubrir el nido, dado su increíble camuflaje. Cuando la hembra es descubierta en el nido, finge tener el ala rota para tratar de alejar al intruso de la nidada.