Acuario doméstico de agua dulce : animales y plantas

Cómo instalar un acuario en un piso.

 

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Texto © Giuseppe Mazza

 

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Traducción en español de Agata Arena

 

A norte de Perth, en Australia, he visto, en un viejo televisor en blanco-negro, un insólito «programa» de colores y en relieve.

Quitado todo, excepto el mueble y el cristal, el propietario lo había transformado en acuario, y sus hijos, insensibles a la fascinación del televisor nuevo de la habitación de al lado, pasaban muchas horas, pegados, para observar el nacimiento de los Guppy (Poecilia reticulata), lo cómico del avanzar de un Pez rojo con la cola como un velo (Carassius auratus), o las ordenadas vueltas de los Peces ángel (Pterophyllum scalare).

Encantos del «directo», o mas bien el descubrimiento de un mundo nuevo, de una cosa auténtica.

Un ecosistema, un fragmento de ambiente arrebatado de la naturaleza, como diría Konrad Lorenz, padre de la moderna etología : un ambiente natural tendente al equilibrio biológico.

Yo estoy de acuerdo con él. Rechazo el planteamiento consumista, exclusivamente «ornamental», de los acuarios, con bañeras superpobladas, plantas de plástico, buzos, veleros o cajas fuertes sumergidas, movidos por pequeñas burbujas, agua “llena” de aditivos y accesorios inútiles que, enriqueciendo a los comerciantes, transforman al aficionado en «aprendiz de brujo» y, naturalmente, hacen morir a los peces.

Soy contrario al animal juguete, al animal objeto, o, lo que es lo mismo, a la estupidez.

La acuarilogía es simple. Es una escuela de sentido común, que estimula la reflexión, la creatividad y que permite un diario contacto con la naturaleza, también en las absurdas ciudades de hormigón en las que frecuentemente estamos obligados a vivir.

Vamos a ver las bases.

En primer lugar la pileta. No tiene que ser demasiado pequeña (menos de 50 litros) o demasiado alta (son a descartar, aunque bonitos, los acuarios en columna): la superficie de contacto agua-aire, aquella a través de la que pasan los cambios gaseosos, tiene que ser lo más ancha posible.

Se habló mucho, en el pasado, sobre la toxicidad de las masillas para los armazones metálicos. Hoy, con los pegamentos de silicona, el problema está superado y cualquier persona, con unos cristales de un cierto espesor, bien escuadrados, puede fácilmente construir un acuario.

Una solución económica, para peces de gran tamaño, puede ser también una pileta de hormigón, a la que habremos abierto una ventana, barnizado el interior con un producto impermeabilizante atóxico, y pegado un cristal de cerca 12mm, por 1m. de longitud.

Después, antes de pensar en la decoración, necesitará tener las ideas claras sobre las especies a alojar.

Existen sustancialmente 2 modelos de acuarios: el marino, con animales de la barrera coralina o del mediterráneo, y el clásico, de agua dulce tropical, más fácil de mantener.

El agua, en todos los casos, será siempre la misma: oxigenada por las diminutas burbujas de una piedra porosa, y reciclada con varios métodos, solo será parcialmente cambiada, de vez en cuando.

Para remover las sustancias de desperdicio y los restos alimenticios, que descomponiéndose determinan la acumulación de compuestos nitrogenados, fuertemente tóxicos, se interviene con filtros mecánicos (arena gruesa, guata de algodón sintético), químicos (carbón activo) y biológico (bacterias y plantas).

Existen óptimos filtros «bajo la arena», adaptados para pequeñas piletas, constituidos por una simple parrilla, recubierta de guata de algodón sintético, que usan el mismo fondo del acuario como material filtrante, filtros exteriores a cajón, puestos lateralmente o detrás de la pileta, y filtros exteriores a turbina (sistema Eheim), con la estructura generalmente cilíndrica.

El agua puede circular más o menos velozmente, aspirada o empujada por las pequeñas burbujas de un ventilador, pero, sobre todo, es importante que la masa del material filtrante sea proporcional a la bañera.

Un filtro no es nunca bastante grande, porque es especialmente allí donde viven las colonias de las bacterias nitrificadas, capaces de hacer inocuas a las sustancias tóxicas.

En lugar del usual «carbón activo», que en unas pocas semanas pierde su poder absorbente, también se puede usar algunos carbones porosos (que se lavan una vez al año), receptáculos, que en breve, utilizan los microorganismos.

Las plantas acuáticas (no deben confundirse con las algas, generalmente microscópicas, que se presentan como fastidiosas incrustaciones verde o marrón sobre los cristales) además de tener un indudable valor estético, son indispensables para el natural equilibrio del agua.

Digieren los nitratos producidos por las bacterias, absorben el anhídrido carbónico y liberan oxígeno.

Quien quiere el verde, también puede pensar en el acuario como en un pequeño invernadero de piso.

Cultivar un acuario es, en pequeño, como cultivar una terraza o un jardín, con la ventaja que no estamos amarrado a la cadencia de las temporadas.

Con el termostato a 25° y una iluminación Grolux, en nuestra pileta, como en los trópicos, será verano todo el año.

Las plantas en lo comercio son casi 200, pero en escogerlas hay que pensar en las dimensiones de la pileta, en la iluminación, en la tierra, en el agua y en los animales a alojar.

Por ejemplo si queremos tener algunos herbívoros o algunos ciclides, que excavan huecos en la arena gruesa, arrancando de todo, tenemos que contentarnos con el Musgo de Giava (Vesicularia dubyana) que es poco apetecible y acaba con formar, con estos peces, algunas masas errantes separadas del fondo bastante decorativas.

Luego hay peces y plantas que necesitan aguas duras, ricas en calcáreos, y especies aptas solo para aguas ácidas y blandas, casi destiladas.

Pero empezamos desde el principio, es decir de quien ya tiene listo un acuario y, queriendo a las plantas como a los animales, quiere recrear en casa un ambiente pantanoso.

Si no se dispone de una pila de cuarentena, consejo para empezar con los animales, porque también, sobre todo en el invierno, los peces que las tiendas ofrecen a menudo están enfermos, y casi todos los medicamentos dañan a las plantas.

Diría de proceder de este modo:

1) Desplegar sobre el fondo del acuario un estrato inclinado de arena gruesa bien lavada, partiendo por detrás con 6-12 cm. de espesor para llegar casi a cero en la base anterior del vidrio.

2) Colocar, en los puntos estratégicos, viejas raíces y rocas ornamentales compradas o recogidas en las excursiones en montaña: todas están bien, basta que sean bien lavadas y no contengan mármol o fluorita.

3) Derramar lentamente el agua y poner en función la calefacción y el filtro. Después de 2-3 días, con un tubo, que luego servirá también para las renovaciones parciales, cambiar casi totalmente el agua, para eliminar los eventuales venenos disueltos.

4) Después de 3-4 días introducir los plantas, y después sobre un mes, si todo está bien, las primeras peces.

Tal vez es un procedimiento demasiado largo, para quien no sabe esperar, y para algunos comerciantes que quieren vender y volver a vender animales, plantas, medicamentos y maravillosos productos que » envejecen » instantáneamente el agua, pero según mis personales experiencias, me parece que es el camino mejor.

Como peces, teniendo en cuenta las aguas, por lo general duras, de nuestras ciudades, aconsejaría empezar con los Lebistes (Poecilia reticulata), los Platy y Traespada (Xiphophorus spp.), los Barbos (Barbus spp.), los Peces ángel (Pterophyllum spp.), y unos Gourami perlado (Trichogaster leeri) o azul (Trichogaster trichopterus).

Las especies de espíritu mas combativo (Hemichromis spp., Cichlasoma spp. y los ciclides en general), o que superan los 20 cm como el muy bonito Pez oscar (Astronotus ocellatus), el Pez cuchillo (Notopterus spp.) o los Tilapies (Tilapia spp.), que por supuesto estarán solos, en piletas adecuadas.

Los Peces rojos (Carassius auratus) no necesitan calefacción. Viven hasta los 30 años, y los adultos » aletas como velo » son extremamente decorativos.

Aunque divertidos o insólitos, evitaría, por razones morales, las formas » ojos de burbuja ”, » piña » y semejantes : verdaderos defectos, introducidos cruelmente por el hombre.

Como alimentación, aparte de los alimentos en escamas de los comerciantes, útiles sobre todo para los recién nacidos, aconsejo gusanitos acuáticos (Tubifex), crustáceos microscópicos como el Artemia salina, o el más barato «rallados» de gambitas y bistecs delgados (se pasa sobre un cuchillo y se dan a los peces las partículas que quedan pegadas).

A las especies más grandes, por supuesto, se podrá ofrecer carne picada, trocitos de pez o langostino, y mejillones.

Los vegetarianos, y los onnivoros en general, apreciarán mucho el arroz hervido y fragmentos de calabacines, col, coliflores y espinacas hervidas.

En todo caso, lo importante es no exceder.

Los peces soportan bien semanas de ayuno, pero mueren fácilmente de indigestión.

Mejor unas cuantas suministraciones pequeñas, que una sola, y, en todo caso, todo el alimento tendrá que ser consumido en unos pocos minutos.

Los caracolitos acuáticos (Melanoides tuberculatus y Planorbarius corneus), útiles también para remover las algas de los cristales, y los Peces limpiadores (Gyrinocheilus spp. y Corydoras spp.) se ocuparán de los pedacitos que escapan a nuestro control.

Podemos dividir las plantas, más o menos, en tres grupos: de crecimiento lento, de crecimiento veloz, y flotantes.

Estas últimas, como la Salvinia auriculata y la Hierba cristal (Riccia fluitans), hay que usarlas con moderación porque sustraen luz al ambiente inferior, pero son valiosas durante la reproducción de los peces.

El primero, un helecho acuático, ofrece con sus raíces, refugio a los alevines, y la segunda, una hepática del tallo sutil muy ramificado, no solo, provee óptimos escondrijos, sino que también aloja en sus meandros una preciosa microfauna que está en la base de la » dieta primeros días » de los pececillos.

Además es óptima oxigenadora, y esto es muy importante cuando, después de los felices acontecimientos, se tiene que detener el filtro para no aspirar a los recién nacidos.

Otro bonito helecho de acuario es el Certopteris thalictroides. De sus viejas frondas, también llamadas impropiamente «hojas», a menudo salen nuevas plantas en miniatura, las «plántulas».

Para multiplicarla basta arrancar las porciones de «hoja» interesantes para el fenómeno y dejarlas flotar en la superficie.

Luego, cuando las plántulas están bien desarrolladas y sacan las raíces, se entierran en los puntos deseados.

Esta es una típica especie a rápido crecimiento.

Otras plantas de crecimiento veloz, fáciles de reproducir y por supuesto poco costosas, son las Cabomba, con las hojas finamente divididas que forman grandes abanicos, el Myriophyllum, el Limnophila y el Synnema triflorum.

En Asia tropical, donde crece espontánea, esta planta está considerada como infectante de los arrozales, pero en el acuario tiene gran efecto decorativo.

Pariente del noble acanto, se reproduce, como las especies precedentes, por esqueje: se arrancan porciones de tallo, se entierran en la arena gruesa, y el juego ya esta hecho.

Bonitas plantas de crecimiento más lento, con menor necesidad de fertilizantes y «trabajos de jardinería», son todas las que pertenecen a las especies Hygrophila, Vallisneria, Echinodorus y el Nymphoides aquatica, una gentianas llamada también «planta plátano» por las extrañas protuberancias de las raíces, semejantes a cascos.

Todas las especies hasta aquí propuestas necesitan de mucha luz. Un tiempo, lámparas con filamento y piletas con 40 centímetros de altura, se aconsejaba una potencia de 40 vatios para cada 10 decímetros cuadrados, pero hoy en día, por lo general, se usan los tubos fluorescentes Grolux que tienen un rendimiento mejor. Normalmente, para un buen crecimiento, un acuario tendría que estar encendido aproximadamente 10 horas al día, pero hay que tener en cuenta también la luz ambiente.

En general, si en los cristales crecen unas algas brunas, hay que aumentar la iluminación y si se recubren demasiado de prisa de algas verdes hay que reducirla.

En los dos acuarios de 400 litros que están en mi estudio, donde en el invierno por la mañana da el sol cerca de una hora, normalmente enciendo las lámparas sobre las once y las apago, si no hay huéspedes, por la tarde, antes del anochecer, también para evitar a los peces traumas de saltos de luz.

A los perezosos, que prefieren plantas de crecimiento lento, con escasa necesidad de luz, aconsejo el Aponogetum, con las hojas perforadas como una puntilla, los Cryptocorine, la Sagittaria platyphylla y el Acorus gramineus pusillus, que forma céspedes muy decorativos.

Una última sugerencia para quien quiere las «aventuras botánicas» y posee un filodendro (Monstera deliciosa) y un acuario con la tapa no hermética. Basta acercar la maceta a la bañera y dejar que las raíces aéreas penetren dentro, como muchos tubos.

Después de un mes el resultado será sorprendente: bajo el agua notaréis un fantástico, enredado paisaje de cándidas raíces acuáticas, y vuestra planta, sin necesidad de regar o nebulizar, estará más lozanas que nunca.

Desde hace muchos años, en mi estudio, he abolido también la maceta con la tierra, colgando simplemente en el agua un esqueje de filodendro con solo una raíz aérea.

Hoy, en los dos grandes acuarios apoyados en la pared, bajan una cincuentena de raíces.

Los peces están bien, el agua esta limpia el filodendro, con la ayuda de unos clavos, ha llenado estilo » papel de pared » dos paredes. Crece majestuoso y, sobre todo, no tengo que regarlo cuando estoy en vuelo hacia los trópicos.

 

 SCIENZA & VITA NUOVA – 1988

 

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