Aristolochiaceae

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Texto © Laura María Barroso Rodríguez

 

La inquietante flor de Aristolochia gigantea alcanza los 20 cm de longitud © Giuseppe Mazza

La inquietante flor de Aristolochia gigantea alcanza los 20 cm de longitud © Giuseppe Mazza

Estas plantas habitan en zonas tropicales y la región holártica templada, y se distribuyen en altitud desde nichos a nivel del mar, como en el caso de Aristolochia littoralis, hasta los 1.000 m de altitud en la [Aristolochia leuconeura.

Son muy comunes las hierbas trepadoras perennes de tallos principales lignificados, aunque también encontramos otras formas de crecimiento como es el caso de Asarum y Saruma.

Sus flores suelen formar ripidios (inflorescencia cimosa en la que se alternan flores a lado y lado) pero también se encuentran en solitario.

Al ser trímera (muestra 3 piezas por verticilo) se ha considerado como “el eslabón entre las monocotiledóneas y las dicotiledóneas”, con pétalos normalmente soldados, menos en la asiática Saruma henryi, única representante de su género, que además muestra un perianto diverticilado (con 2 verticilos) en lugar del univerticilado (con 1 solo verticilo) clásico de esta familia.

Las corolas suelen ser zigomorfas (con simetría bilateral), muy llamativas por sus formas de trompeta o de candil, a veces semejante a una seta, y también por sus colores pardos y rojizos, incluso amarillos como en el caso del interior de la flor de Aristolochia sempervirens, que resulta atractivo para los polinizadores.

Sin embargo, el atrayente que determina su polinización es el olor. Debido a secreciones malolientes de la flor, que pueden ser aceitosas y resbaladizas, acuden dípteros que se encargan del trasvase de polen.

Este grupo de plantas suele dar un fruto de tipo baya, plurifolículo (fruto seco derivado de una o más flores que contiene varias semillas y se abren por la línea de sutura del carpelo), cápsula o esquizocarpo (fruto seco formado por varios aquenios unidos cada uno de los cuales deriva de un carpelo y puede contener una o más semillas), a veces dehiscentes, que liberan semillas oleosas y sin almidón en su tejido de reserva.

Las hojas suelen ser alternas y enteras. Pueden ser palmatilobadas o lobuladas, con peciolo y de base acorazonada en muchos casos. No presentan estípulas.

Son muy conocidas sus propiedades medicinales, basadas en su contenido en alcaloides y flavonoles, aunque no se ha conseguido demostrar su mecanismo de acción.

Aristolochia sempervirens y Aristolochia leuconeura. Las flores tienen secreciones malolientes, muy apreciadas por los dípteros que se encargan de trasvase de polen © Giuseppe e Giusy Mazza

Aristolochia sempervirens y Aristolochia leuconeura. Las flores tienen secreciones malolientes, muy apreciadas por los dípteros que se encargan de trasvase de polen © Giuseppe e Giusy Mazza

Aristolochia, por ejemplo, se emplea para embarazadas y parturientas, y además es antídoto del veneno de escorpiones y serpientes. Sin embargo, también pueden generar daños renales, ya que el ácido aristolóquico es un fuerte nefrotóxico, y carcinogénico.

Sin embargo, Asarum (A. canadense y A. europaeum en concreto) muestra cualidades diuréticas y antimicrobianas y es requerida en cocina como especia (de ahí su nombre “jengibre salvaje”).

Por supuesto, la llamativa apariencia de estas plantas ha favorecido su cultivo en jardines de todo el mundo, como es el caso de Aristolochia gigantea, especie trepadora con flores de 20 cm de largo por 12 de ancho, y de Aristolochia leuconeura, cuyos nervios blancos en sus anchas hojas cordadas aportan una belleza singular.

Se recogen un total de 500 especies entre los siguientes géneros: Aristolochia, Asarum, Euglypha, Heterotropa, Hexastylis, Pararistolochia, Saruma, Thottea.

 

 

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