Geranios suculentos : florecen y luego desaparecen durante meses

Geranios de bajo mantenimiento. Provenientes del Africa austral, florecen durante el verano y después se esconden en un tallo suculento o un tubérculo para un largo reposo estival. Corolas insólitas y hojas de formas sorprendentes para reducir la transpiración.

 

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Texto © Giuseppe Mazza

 

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Traducción en español de Fabian J. Alvarez

 

Os gustan los geranios y queréis partir de vacaciones, todo el verano, sin incomodar a los vecinos y sin el remordimiento de haber abandonado vuestras plantas? Elegid aquellos sin “mantenimiento estival”, los geranios suculentos.

Como han nacido en tierras áridas, con apenas 120 mm de lluvia anual y 45° C a la sombra, aun en pleno sol, a mediados de agosto, no se darán cuenta de vuestra ausencia.

La mayor parte de estas especies proviene de la costa atlántica sudafricana, desde la Provincia del Cabo hasta Namibia, donde se han habituado a crecer en invierno, a temperaturas relativamente bajas, que permiten “vegetar con economía” con el rocío de la mañana y el agua de reserva, acumulada en los troncos y tubérculos durante las esporádicas precipitaciones otoñales.

Florecen por lo tanto mayoritariamente en el invierno austral, con temperaturas análogas a las nuestras en primavera, y luego se marchitan perdiendo todas las hojas para un largo reposo estival.

De este modo luego del lucimiento primaveral, vuestra maceta no tendrá más necesidad de cuidados. Hasta septiembre-octubre, la planta se refugia en un tubérculo, o se transforma en un “ikebana leñoso”, para como mucho desempolvar, como si fuese un adorno sobre un mueble.

La elección separa entonces entre dos grupos: los “geófitos”, que luego de la floración se ocultan en un tubérculo, y aquellos con “troncos suculentos” caducifolios.

La primera categoría, más accesible a los neófitos por el tamaño relativamente modesto de las plantas, ofrece varias especies a elegir.

Se podrá, por “motivos históricos”, adoptar un Pelargonium triste, así llamado por el color poco alegre de las pequeñas flores amarillo verdosas, con pinceladas marrón-púrpura en el centro. Fue el primer geranio en llegar a Europa, en los inicios del 1600, en una nave procedente de las Indias que había hecho escala cerca del Cabo de Buena Esperanza, para embarcar agua y víveres. Y el capitán inglés, que no era ciertamente un botánico, los había embarcado sólo por sus tubérculos, unas misteriosas “patatas rojas”, de 30 cm de largo y 10 de ancho, con propiedades milagrosas antidiarreicas. Las hojas adultas recuerdan aquellas de la zanahoria, y las corolas, caso raro en los geranios, perfuman ligeramente el aire por las noches.

Muy similar, tanto que se ha hablado de variedad o subespecie, es el Pelargonium flavum, con insólitas flores amarillas; y aparte, las vistosas hojas lobadas de hasta 30 cm de ancho, y también las flores del Pelargonium lobatum, con pétalos ligeramente más grandes, color púrpura oscuro o negros con anchos márgenes amarillo verdosos, tienen un aspecto análogo.

Mientras este último está presente sólo en la Región del Cabo, los otros dos se extienden también a territorios más áridos, hasta llegar a Namibia, a través del Namaqualand, la “Tierra de los Hotentotes Nama”, 350 km de costa atlántica desde la Bahia de Lambert hasta el río Orange, donde están en su casa el Pelargonium namaquense, de 20 cm de altura, con un pequeño tubérculo oval, ramilletes de flores rosadas con pinceladas rojas, y hojas recortadísimas, casi aterciopeladas por las innumerables bruzas verdes, y el Pelargonium incrassatum con un pequeño tubérculo cilíndrico, hojas seríceas, lobadas, e increíbles ramilletes de 20-40 flores purpúreas, que se distinguen por los dos pétalos superiores mucho más grandes que los otros.

No menos insólito es el Pelargonium oblongatum, cuyo hábitat se extiende también un poco más al norte, hasta casi Namibia. Anchas hojas ovales, de hasta 10 cm de largo y 8 de ancho, un tubérculo cilíndrico que puede alcanzar 15 cm, y grandes flores amarillo pálido manchado de rojo. Especialmente en cultivo, donde el alimento y el agua no faltan, el tallo carga numerosas pseudo-umbelas, cada una con su rica inflorescencia; y no es raro de hallar, como en la foto, masas compactas de flores de más de 20 cm de ancho.

Modesto en comparación parece el Pelargonium appendiculatum presente sólo en una pequeña localidad de la Provincia del Cabo. Gran tubérculo, hojas grises verdosas y vellosas, y pequeñas flores amarillo pálido con manchitas rosas, raro en la naturaleza, pero no en los jardines botánicos, como en Stellenbosch, donde el Profesor Van Der Walt recoge todos los años muchas semillas para la conservación y reintroducción de la especie. Una planta para aficionados, entonces, que crece bien a pleno sol pero también a media sombra, formando en la época de floración etéreas “matas” de 40-50 cm.

Al este del Cabo de Buena Esperanza, procediendo a lo largo de la Costa Pacífica de Sudáfrica y hacia el interior en dirección a las montañas del Karoo se hallan otras zonas de clima árido, con geranios geófitos ligados a lluvias progresivamente primaverales-estivales. Hace más calor, pero las precipitaciones son más abundantes, alrededor de 400-800 mm, y hace falta aprovecharlas para crecer.

Así, el Pelargonium bowkeri, de hasta 40 cm de alto, con hojas juveniles redondeadas (ver la foto), muy diferentes a aquellas adultas, finamente divididas en segmentos no más anchos que 1 mm, muestra sus vistosos pétalos amarillo verdosos con franjas rojo púrpura hacia el fin de la primavera austral, y desaparece secándose en invierno.

Análogo es el comportamiento del Pelargonium ochroleucum, que pierde casi completamente las hojas cuando está en el apogeo de la floración, con una masa increíble de pequeñas corolas blancas y rojas, sostenidas por tallos de 30-40 cm; del Pelargonium schizopetalum, con hojas ovales más o menos recortadas o lobadas, tallos análogos y pétalos amarillentos o pardo purpúreos, especialmente en los ápices, donde aparecen finamente divididos; del Pelargonium luridum, con hojas largas de hasta 27 cm, lobadas a principios del período vegetativo, y luego con incisiones cada vez más profundas hasta formar segmentos casi filiformes, pecíolos de 30 cm, y tallos largos hasta de un metro, con ramilletes de 5-60 flores por lo general rosadas; o del Pelargonium caffrum con hojas, también aquí, cada vez más recortadas, e inflorescencias de hasta 50 cm de altura, con 7-27 flores purpúreas de pétalos finamente divididos.

En esta especie y en el Pelargonium schizopetalum se notan a la salida de los tubérculos también los pequeños troncos suculentos, estrategia desarrollada por los otros geranios xerófitos.

El Pelargonium carnosum, presente desde Namibia hasta la provincia del Cabo, y luego a lo largo de la Costa Pacífica y en el interior en las montañas del Karoo y aun más allá, es un clásico geranio de tronco suculento.

Sostenido por una vistosa raíz engrosada, alcanza hasta los 120 cm. Pocas ramificaciones y muchos nudos en el tronco en correspondencia con los antiguos puntos de unión con las hojas.

En la naturaleza, para reducir al máximo la transpiración, estas están a menudo reducidas a microscópicas “manecillas” a los costados de una robusta nervadura central; pero en maceta, lejos de la sequedad de los desiertos, se permiten lucir hasta grandes lóbulos.

Las flores pequeñas, blancas o amarillo verdosas, con eventuales estrías rosadas en los pétalos superiores, están enriquecidas por vistosos estambres rojos y abren durante el verano austral.

De altura máxima de 80 cm, con hojas espatuladas, el Pelargonium klinghardtense tiene un aspecto similar, menos ramificado, y crece sólo en una pequeña localidad sobre la costa atlántica, en los confines entre Sudáfrica y Namibia, con florcillas blancas invernales o primaverales según las lluvias.

Y análogo es el comportamiento del elegante Pelargonium crithmifolium, en su casa entre las rocas, en un área mucho más vasta, desde Namibia hasta la región del Cabo.

Tronco escultural ramificado, verde oliva, de cerca de medio metro de altura, con hojas muy elegantes, finamente divididas y lóbulos dilatados en el ápice. El aspecto de un bonsái, con inflorescencias duraderas en lo alto, y corolas blancas o rosadas con manchitas rojas.

El Pelargonium echinatum de Namaqualand, de una altura máxima de 60 cm, se distingue por sus troncos suculentos y espinosos, las hojas ovales-lobadas tomentosas, y las sorprendentes flores primaverales blancas con manchitas rojas en forma de corazón, que le han valido, para alegría de los comerciantes, el apodo de “geranio del amor”.

El Pelargonium cotyledonis, endémico de las rocas volcánicas de la isla de Santa Helena, es el único geranio con pétalos completamente blancos, sin dibujos. Hoy está casi extinto en la naturaleza, pero dado que se reproduce fácilmente por esqueje, tiene lugar de honor, a modo de bonsái, en todas las colecciones de geranios suculentos.

Por lo general de 30-40 cm de altura, pero llegando hasta un metro, pierde las hojas en verano, mostrando un grueso tronco de aspecto escamoso, ramificado desde la base. Hojas redondeadas de 3-4 cm, con pecíolos más largos, similares al tacto a la piel de un reptil, pero fáciles presas del oídio, que es mejor prevenir con periódicas aplicaciones de fungicidas.

CULTIVO

Dado que los geranios suculentos provienen todos de zonas áridas, con un largo período de reposo sin agua, en nuestros climas no se pueden cultivar a cielo abierto. Conviene en un invernadero, junto a una ventana o, donde las temperaturas son relativamente elevadas y no bajan nunca de los 7° C, al menos al reparo de un alero.

El drenaje de las macetas, que deben estar en proporción a la planta, debe ser perfecto, con un ancho estrato de conchillas, porcelana o bolitas de arcilla expandida en el fondo, y un medio ligero de hojas descompuestas, rico en arena silícea y perlita.

A partir de septiembre-octubre, luego de la fertilización anual, rica en potasio, con un producto de liberación lenta del tipo 10-11-18 con oligoelementos, se mojan 1-2 veces por semana, evitando el estancamiento del agua en las macetas, hasta el fin de la floración primaveral.

Luego, cuando las hojas de los geófitos comienzan a secarse, y en aquellos de tronco suculento a caer, se reducen drásticamente los riegos hasta suspenderlos durante el largo reposo estival.

Y las especies de reposo invernal de la Costa Pacífica sudafricana?

En el Oasis del Geranio, donde han sido tomadas estas fotos, los tratan como si fuesen de reposo estival.

Nuestros inviernos, además, son demasiado húmedos, y aún sin agua, algunas de estas plantas tendrían dificultad para entrar en reposo; y en la naturaleza muestran a menudo una notable adaptabilidad, regulando, región por región, el período de floración de acuerdo a las lluvias.

Lo importante es, de todos modos, darles un largo período de reposo.

Agreguemos finalmente que las especies de la Costa Pacífica, con hojas generalmente más grandes, tienen necesidad, aunque con moderación, de riegos más abundantes.

MULTIPLICACIÓN

Además de la reproducción por semilla, muchos geófitos se multiplican fácilmente por vía vegetativa.

Especies como el Pelargonium triste, flavum, lobatum, bowkeri, schizopetalum, luridum y caffrum, producen pequeños tubérculos al lado de la planta madre y basta entonces con separarlos.

Otros, con el tiempo, muestran protuberancias en el tubérculo, y se pueden separar con una delicada operación quirúrgica, a efectuar en el verano, en pleno reposo vegetativo.

Al corte se aplica un fungicida, y debe luego secarse al aire por 10-15 días.

Análogo es el tratamiento de los esquejes obtenidos de los troncos suculentos. Y para obtener bellas plantas, hace falta mucha, mucha paciencia.

Para un ejemplar de Pelargonium crithmifolium ‘Pink’ como el de la ilustración se necesitan 6 años, y en el momento de esta foto, el escultural Pelargonium cotyledonis del Oasis del Geranio tenía al menos 10 años.

 

GARDENIA  – 1998

 

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