Gypaetus barbatus

Familia : Accipitridae

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Texto © Dr. Gianfranco Colombo

 

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Traducción en español de Ignacio Barrionuevo

 

El sorprendente Gypaetus barbatus no es un buitre verdadero, sino más bien un águila con características de buitre y una insólita “barbita” de oscuras vibrisas sedosas © G. Colombo

El sorprendente Gypaetus barbatus no es un buitre verdadero, sino más bien un águila con características de buitre y una insólita “barbita” de oscuras vibrisas sedosas © G. Colombo

Quien ha tenido la oportunidad de ver a esta inmensa ave en acción se habrá maravillado seguramente de dos cosas.

En primer lugar, por qué andar jugando con esos huesos o partes de esqueleto de algún viejo cadáver, llevándolos hacia arriba, al cielo, para después dejarlos caer en caída libre contra los aguijones rocosos, haciéndoles que golpeen con la precisión de un avión bombardero.

Por otro lado la inmensa envergadura que convierte a los cuervos, sus perturbadores habituales, en diminutos pajarillos de insignificante talla que revolotean en torno a este titán del aire.

Si estuviésemos en la península Ibérica el primer dilema estaría en parte resuelto. Allí, esta ave recibe el nombre de quebrantahuesos en español y quebra-ossos en portugués, ambos nombres bastante elocuentes aunque en este caso no explican a fondo el porqué de esta costumbre.

El quebrantahuesos es la única ave del mundo que se alimenta de huesos y de su contenido, la médula, una sustancia ultra-proteica que puede alimentar a esta ave de dimensiones excepcionales. El juego de lanzar los huesos desde las alturas sirve solo para fragmentarlos y hacerlos tragables.

En lo que se refiere a la segunda maravilla, reside en el hecho de que esta ave es uno de los más grandes seres voladores de nuestro planeta, con una envergadura que puede llegar a los 280 cm. Solo queda por detrás de unos pocos: del Cóndor (Vultur gryphus) y de algunos albatros (Diomedea sp.).

El quebrantahuesos (Gypaetus barbatus Linnaeus, 1758) pertenece al orden Accipitriformes y a la familia Accipitridae siendo la única especie perteneciente a su género.

No es un verdadero buitre sino, más bien, un águila con características de buitre.

Su vuelo es elegante y ligero con virados y picados típicos de una rapaz cazadora, con movimientos de la larga cola aptos para maniobrar y direccionarlo en medio de los fuertes vientos que soplan en las altitudes que frecuenta, y alas muy aerodinámicas, casi de falconiforme. Por contra, las patas y el tipo de alimentación lo relacionan con los buitres.

No se alimenta de carne, sino de huesos. Cuando superan los 30 cm y no llega a tragarlos los parte lanzándolos desde grandes alturas contra las rocas con la precisión de un bombardero © Gianfranco Colombo

No se alimenta de carne, sino de huesos. Cuando superan los 30 cm y no llega a tragarlos los parte lanzándolos desde grandes alturas contra las rocas con la precisión de un bombardero © Gianfranco Colombo

Además, este doble carácter le permite remontar el vuelo desde primera hora de la mañana y poder mantenerse en vuelo durante todo el día gracias a que sabe aprovechar las corrientes ascendentes de ladera, típicas de las áreas montañosas en las que habita.

Esta característica estaba ya reflejada en el nombre científico dado por Linneo, que quiso indicar con Gypaetus la combinación de los dos caracteres. “Gyps” de “gups” = buitre en griego y “aetos” = águila. El epíteto específico barbatus proviene, por contra, en latín, de los característicos y largos mechones que esta ave porta en la base del pico y el mentón.

Son muchos los nombres vulgares dados al quebrantahuesos, haciendo referencia a menudo a las características morfológicas o, como hemos visto, también a sus hábitos alimentarios.

En italiano avvoltoio barbuto (buitre barbudo), avvoltoio di montagna (buitre de montaña), avvoltoio aquila (buitre águila), avvoltoio d’oro (buitre dorado), falco barbuto (halcón barbudo), avvoltoio degli agnelli (buitre de los corderos) y gipeto (italianización del nombre genérico); Lämmergeier o Bartgeier en alemán; Lammergeier, Osifrage o Bearded vulture en inglés; y Gypaéte barbu en francés. A su vez, también los términos anglosajones y noreuropeos derivan de la unión de los nombre “lamm”=cordero y “geier”=buitre; o “Bart”=barba y “geier”.

Zoogeografía

El quebrantahuesos es un típico habitante de la alta montaña euroasiática y africana.

Otrora extendido por todas las cadenas montañosas de Europa y después sistemáticamente extirpado de ellas por la fuerte presión antrópica, por la caza indiscriminada y por la modificación de las actividades ganaderas y de pastoreo, se ha visto reducida su área de distribución a las cadenas montañosas asiáticas, a los Pirineos, Turquía, Etiopía y a los altiplanos del África oriental hasta Sudáfrica. Algunas poblaciones habitan el Atlas en Marruecos, Argelia y Túnez, también algunas montañas del sur de Egipto y escasos ejemplares en Yemen. Desaparecido de Cerdeña, está presente todavía en Córcega. A través de las cordilleras asiáticas llega hasta Mongolia, en los inhóspitos montes Altai, donde presenta un fuerte reducto en el famoso Yolin Am (el Valle de las Águilas). Aquí es también cazado, siendo tradicional exponerlo empalado a la entrada del gher, la tienda tradicional de los nómadas mongoles.

Si el Gypaetus barbatus no encuentra esqueletos, empuja a jóvenes de grandes herbívoros por los acantilados mediante aterradores picados y golpes de ala, esperando que los zorros, chacales y otros animales carroñeros desnuden por completo el cadáver y dejen al descubierto la osamenta, su peculiar alimento © Gianfranco Colombo

Si el Gypaetus barbatus no encuentra esqueletos, empuja a jóvenes de grandes herbívoros por los acantilados mediante aterradores picados y golpes de ala, esperando que los zorros, chacales y otros animales carroñeros desnuden por completo el cadáver y dejen al descubierto la osamenta, su peculiar alimento © Gianfranco Colombo

Una buena población está presente en los Macizos Etíopes. Diversos intentos de reintroducción han sido probados en los Alpes tanto en la vertiente francesa como en la central y se están consiguiendo los primeros éxitos. Similares proyectos se están llevando a cabo en España en la cordillera Cantábrica y la sierra de Cazorla, donde recientemente se ha conseguido el éxito reproductivo.

El quebrantahuesos es un ave residente y muy querenciada a su zona de nidificación, que difícilmente abandona, ni siquiera por breves períodos.

Un impresionante gigante del aire, de 7 kg, con 280 cm de envergadura © Gianfranco Colombo

Un impresionante gigante del aire, de 7 kg, con 280 cm de envergadura © Gianfranco Colombo

A pesar de ser un ave sólidamente residente se ve, durante el período de inmadurez, bastante largo en el quebrantahuesos, un discreto erratismo que les puede conducir a efectuar largos viajes de hasta varios centenares de kilómetros, sobrevolando llanuras llenas de grandes manadas de ungulados y zonas predesérticas frecuentadas por rebaños ovinos y caprinos donde, a pesar de estar tentados por esta abundancia de presas, nunca se quedan, volviendo invariablemente a los montes que le vieron nacer.

Ecología-Hábitat

El ambiente frecuentado por el quebrantahuesos es verdaderamente uno de los más duros para la supervivencia. Altas montañas con picos a menudo perennemente nevados, valles desolados y pedregosos, temperaturas frías, carencia de oxígeno y, en fin, un ambiente notablemente estéril, aunque muy abierto, lo que permite un amplio control aéreo del territorio. En Asia nidifica incluso más allá de los 4000 m de altitud, cotas que en Europa y en Anatolia descienden solo ocasionalmente bajo los 2000 m.

Incluso las áreas sujetas a una fuerte cobertura nívea, que parecerían hostiles para la permanencia de un ave que presenta necesidades alimenticias de una cierta entidad, son para este buitre una destacable fuente de reservas de alimento.

Dado que se alimenta en particular de cadáveres de ungulados silvestres, aprovecha que durante la temporada de deshielo la capa de nieve revela los cuerpos de todos aquellos animales perecidos durante la estación desfavorable o caídos accidentalmente de los acantilados durante el invierno.

Morfofisiología

El quebrantahuesos es un ave increíblemente grande. Mide hasta 120 cm de largo, llega a pesar hasta 7 kg y presenta una impresionante envergadura de 280 cm. La cola tiene forma de cuña y en la silueta de vuelo destaca mucho, mostrándose extremadamente larga para un buitre llegando a medir las plumas de la cola más de 40 cm de longitud. También el cuerpo es aerodinámico y bien diferenciable del busto rechoncho y macizo típico de los buitres. El pico es fuerte y curvado, aunque no le permite desgarrar la carne de los cadáveres, cosa de la que tampoco son capaces las garras, distintas y más débiles que las de sus parientes, aunque capaces de agarrar y transportar objetos en vuelo. Presenta unas alas muy puntiagudas, casi de falcónido, con larguísimas remeras que resultan muy eficaces en su típico planeo.

Los huesos, incluso los trozos cortantes, son engullidos sin temor ya que el esófago está acorazado con queratina endurecida y unos jugos gástricos especialmente ácidos esperan en el estómago para descomponerlos fácilmente © Gianfranco Colombo

Los huesos, incluso los trozos cortantes, son engullidos sin temor ya que el esófago está acorazado con queratina endurecida y unos jugos gástricos especialmente ácidos esperan en el estómago para descomponerlos fácilmente © Gianfranco Colombo

Alcanza la madurez sexual tras el sexto año, adquiriendo la librea tonos distintos durante este período. Por lo demás no hay ningún dimorfismo entre los sexos y las distinción solo se puede llevar a cabo mediante estudios genéticos.

La típica librea de los adultos es la que presenta el cuerpo y el cuello de color blanco-crema y una cobertura alar de un color gris negruzco. La parte ventral es a menudo más o menos rojiza y se piensa que esto venga debido a la costumbre de esta ave de hacer baños de laterita, una tierra rica en sales de aluminio y hierro que colorean de manera indeleble las plumas del ave.

La cabeza es blanca con dos bandas negras formadas por vibrisas sedosas que van desde el nivel de los ojos hasta el pico y se reúnen en sendos mechones a ambos lados de la mandíbula inferior del pico.

El ojo es amarillo y está bordeado por un evidentísimo anillo de color rojo brillante que se acentúa aún más cuando el ave va de caza, está excitado o alarmado.

Los jóvenes presentan inicialmente un bandeado negruzco sobre todo el cuerpo, con reflejos ligeramente dorados en las alas. Ya portan los característicos mostachos de los adultos e incluso los ojos comienzan a adquirir la típica coloración de los adultos aunque solo gradualmente, año tras año, llegaran a tomar la librea adulta definitiva.

Se han descrito tres subespecies, cada una ocupando un área específica del amplio territorio ocupado por la especie, y que muestran ligeras diferencias en términos de tamaño y librea.

El Gypaetus barbatus aureus, típico de Asia y distribuido por las cordilleras del Hindukush, Karakorum e Himalaya; el Gypaetus barbatus barbatus, distribuido por Europa, el resto de Asia y norte de África; y el Gypaetus barbatus meridionalis, extendido por Etiopía, África oriental y meridional.

Etología-Biología reproductiva

Se han citado casos en los que para conseguir alimento, esta inmensa ave hace uso de sus titánicas dimensiones para atacar a animales vivos con una técnica usada también por el águila real (Aquila chrysaetos).

Cortejo en vuelo. No hay dimorfismo sexual, y para nidificar son elegidas profundas cavidades en cortados inaccesibles © Gianfranco Colombo

Cortejo en vuelo. No hay dimorfismo sexual, y para nidificar son elegidas profundas cavidades en cortados inaccesibles © Gianfranco Colombo

Al no tener garras adaptadas a agredir a presas vivas, que son aún así de grandes dimensiones, ha desarrollado una modalidad de caza en la que hace más uso de su talla que de su fuerza. Mediante continuos picados se considera que puede arrastrar a los jóvenes rebecos, íbices y otras cabras silvestres hacia el borde de un precipicio donde, con un último golpe de ala, le hace precipitarse al vacío.

Pareja con huevo. El nido, colocado en paredes verticales, en cavidades inaccesibles, es una plataforma de ramas, forrada con lana y otros suaves materiales © Enrico Albertini

Pareja con huevo. El nido, colocado en paredes verticales, en cavidades inaccesibles, es una plataforma de ramas, forrada con lana y otros suaves materiales © Enrico Albertini

Después de esperar pacientemente a que otros depredadores, como zorros, chacales u otros necrófagos, se coman la carne desdeñando lo que es el alimento principal del quebrantahuesos, el esqueleto desnudo.

Se han observado quebrantahuesos alimentándose de tortugas terrestres, efectuándoles el mismo tratamiento aéreo ofrecido a los huesos.

En algunas zonas, como en los altiplanos etíopes, visita a menudo los vertederos urbanos en busca de alimento.

El quebrantahuesos engulle directamente huesos de hasta 30 cm de largo, aunque sí necesita quebrar los más largos para darles las medidas adecuadas para tragarlos. Este buitre carece del típico buche dado que no es necesario por el tipo de alimentación.

Las paredes del esófago del quebrantahuesos está recubierta de un estrato de queratina muy endurecida que evita heridas durante la deglución y el estómago produce jugos gástricos fuertemente ácidos que son capaces de disolver las sales contenidas en los huesos.

Otra prueba de la singularidad de su estómago reside en el comportamiento de otras rapaces, especialmente los estrígidos, que resuelven el problema de los huesos, en su caso incluso más pequeños, regurgitándolos mediante las egagrópilas.

Se ha calculado que la ingesta media de un solo ejemplar adulto de quebrantahuesos es de al menos dos esqueletos al mes, por lo que el territorio de caza ha de ser lo suficientemente amplio como para garantizarle una cierta cantidad de alimento. Obviamente, con el establecimiento de la pareja y con un pollo hambriento en el nido, los requerimientos de alimento aumentan proporcionalmente.

Es, por tanto, evidente, que la desaparición de este ave de ciertas áreas en las que en otro tiempo habitaba es a menudo causada, además de por la caza despiadada, por la disminución de presas disponibles debida a los cambios en los modos de ganadería de alta montaña o a la desaparición de la fauna salvaje local. A esto se añade la continua expansión del turismo por sus territorios habituales, con una molestia continua que no facilita su presencia. La nidificación del quebrantahuesos es en ocasiones reservada y ciertamente condicionada por la presencia de alimento. Además de todo el ciclo completo ocupa a la pareja durante un año casi entero.

Los grandes huevos, crema con manchas ocre, son incubados 55-60 días, principalmente por la hembra © Enrico Albertini

Los grandes huevos, crema con manchas ocre, son incubados 55-60 días, principalmente por la hembra © Enrico Albertini

La pareja es estable y monógama aunque los casos de poliandria no son raros llegando a parecer que la presencia de estos intrusos trae un mayor éxito reproductivo. Ya a finales de otoño, en el caso de los individuos del hemisferio boreal, comienzan los vuelos de cortejo y la búsqueda del lugar de anidamiento.

El quebrantahuesos anida en rocas escondidas e inaccesibles desde la tierra, bien protegidas también de cualquier posible ataque aéreo. Generalmente es colocado en una repisa suspendida a varios cientos de metros sobre el suelo y, a menudo, en profundas cavidades que garantizan la cobertura contra las adversidades climáticas. El nido es una plataforma de considerables dimensiones, construida mediante la superposición de grandes ramas y forrado en su interior de lana y materiales blandos que busca atentamente durante sus excursiones aéreas. En la misma área se construyen varios nidos y son escogidos alternativamente año tras año.

El quebrantahuesos pone generalmente dos huevos, rara vez tres, aunque por norma general solo uno de los pequeños sobrevive. Como ocurre en algunas especies de águila se observa in cierto cainismo entre los pollos, que lleva casi sin excepción a la muerte del ejemplar más débil. Los grandes huevos de color crema con manchas ocráceas son incubados de 55 a 60 días, prevalentemente por la hembra, y eclosionan, en el hemisferio boreal, habitualmente durante la temporada de deshielo, justo en el momento en el que reaparecen los esqueletos de los animales muertos durante la estación desfavorable y, por tanto, con alimento en abundancia.

Los jóvenes, con sus característicos tonos negruzcos, abandonando el nido entre 100 y 130 después del nacimiento, aunque permanecen unidos a sus padres por varios meses, hasta la nueva nidificación © Gianfranco Colombo

Los jóvenes, con sus característicos tonos negruzcos, abandonando el nido entre 100 y 130 después del nacimiento, aunque permanecen unidos a sus padres por varios meses, hasta la nueva nidificación © Gianfranco Colombo

Los pollos son alimentados en sus primerísimos días con pequeños trozos de carne y material fibroso pero casi inmediatamente comienzan a tragar pequeños huesos, más grandes conforme va avanzando su crecimiento.

La permanencia en el nido del pequeño quebrantahuesos es ampliamente superior a los 100 días, llegando incluso a superar los 130, tras los cuales aún se mantiene unido a sus padres por varios meses, cada vez más capaces de alimentarse de manera autónoma.

Deja la familia cuando sus progenitores comienzan el cortejo para la siguiente nidificación.

El quebrantahuesos es un ave muy longeva, que puede alcanzar los 40 años de edad, además de ser muy fuerte y resistente, pudiendo incluso estar varios días sin alimentarse.

Ha sufrido y sufre presiones antrópicas en ocasiones preocupantes, en especial modo en Asia, donde algunas poblaciones, particularmente del Nepal, son objeto del secuestro de los pollos para el mercado ilegal o incluso para consumir sus intestinos y otros órganos, considerados como pociones milagrosas por la medicina tradicional local.

En el mundo occidental, donde la medicina zootécnica ha estado a veces sujeta a excesos farmacológicos, los quebrantahuesos, al igual que otros buitres, se han visto indirectamente afectados y demasiadas veces caen víctimas del Diclofenaco y otros potentes fármacos, causando numerosas muertes.

En Europa, donde ha llegado al límite de la extinción está ahora altamente protegido, y nuevas iniciativas de reintroducción se están llevando a cabo. Todavía, debido a la gran distribución que presentan, no es considerada una especie en peligro de extinción.

 

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