Licuala mattanensis

Familia : Arecaceae


Texto © Pietro Puccio

 

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Traducción en español de Susana Franke

 

La Licuala mattanensis no supera los 3 m. Bella, también variegada, pero de difícil cultivación © Giuseppe Mazza

La Licuala mattanensis no supera los 3 m. Bella, también variegada, pero de difícil cultivación © Giuseppe Mazza

La especie es originaria de Borneo, donde vive en las forestas pluviales en bajas altitudes.

El término del género deriva del nombre indígena “leko wala” dado a este género de palmas en las Islas Malucas; el nombre de la especie indica el lugar de origen, el monte Matang en Sarawak.

La Licuala mattanensis Becc. (1889) es una especie solitaria, monoica, de lento crecimiento, alta hasta cerca 3 m, en los ejemplares más viejos en su hábitat, con tallo delgado recubierto por residuos de los pecíolos foliares.

Las hojas son prácticamente circulares, divididas hasta la base en 8-12 segmentos cuneiformes de amplitud variable, truncadas y dentadas en el ápice, largos en la parte media cerca 40 cm, de color verde oscuro brillante.

Inflorescencias cortas entre las hojas llevando flores hermafroditas; los frutos son fusiformes, largos cerca 2,5 cm de color amarillo anaranjado. Se reproduce por semilla, que se deben sembrar lo más rápido posible ya que tiene una breve duración de germinabilidad; los tiempos de germinación son muy variables, semillas frescas pueden germinar en 2-3 meses, a 26-30 ºC, pero pueden emplear tiempos muchos más largos, 6-10 meses. Las formas variegadas, como “Mapu” y “Tigrina”, son por mucho, las más cultivadas de la especie, pero también más delicadas y de crecimiento particularmente lento, presentan máculas amarillo verdes y son consideradas entre las palmas más ornamentales, pero entre las más difíciles de cultivar.

Especie y variedades son cultivables exclusivamente en zonas de clima tropical húmedo con temperaturas elevadas y constantes, con mínimas diarias superiores de 20 ºC, en posición sombreada y reparada del viento, sobre suelos bien drenados, ácidos, ricos en sustancia orgánica, mantenidas constantemente húmedas. Donde no es posible la cultivación al aire libre se debe cultivar en invernaderos calientes en macetas, preferiblemente de terracota, en sustrato que puede ser a base de turba con agregado de arena silícea y perlitas, para mejorar el drenaje, con elevada y constante humedad ambiental, 80-90%, y una buena circulación de aire, si la humedad es insuficiente los ápices se secan con facilidad. Para las fertilizaciones es aconsejable el uso de productos balanceados de lenta disolución, una acumulación de sales en las raíces inhibe el crecimiento; para los riegos se debe evitar el agua calcárea. Los trasplantes se deben efectuar dejando el pan de tierra íntegro, no soportando daños en el aparato radical.

 

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