Quercus pubescens

Familia : Fagaceae


Texto © Prof. Paolo Grossoni

 


Traducción en español por el Prof. José Campos

 

Porte de un majestuoso roble pubescente (Quercus pubescens) en un bosque mediterráneo.

Porte de un majestuoso roble pubescente (Quercus pubescens) en un bosque mediterráneo. Es una especie heliófila y la parte superior de la copa es la más tupida © Giuseppe Mazza

Quercus pubescens Willd., conocido como roverella en italiano, chêne pubescent y chêne blanc en francés, downy oak y pubescent oak en inglés, flaumeiche en alemán y roble pubescente en España (donde aún se usa el sinónimo de Quercus humilis Mill.), pertenece al grupo de los ‘robles blancos europeos’ (sect. Quercus del subgénero Quercus), junto con el roble albar (Quercus petraea (Matt.) Liebl.), el roble común (Quercus robur L.) y el melojo (Quercus pyrenaica Willd.).

El epíteto latino ‘pubescens’ resalta la densa pubescencia que caracteriza a las hojas y yemas durante todo el año, no solo durante el período de brotación, y también a las ramitas en su segundo año. Su sinónimo más utilizado anteriormente y ahora considerado un nombre ilegítimo, Quercus lanuginosa Lam., también subrayó este carácter.

Comparado con el roble común y el roble albar, el roble pubescente es un árbol un poco más bajo que puede alcanzar los 25 m de altura, pero es tan masivo como estos, llegando a tener un diámetro de 2-2,5 m. Es una especie longeva y se conocen ejemplares que han alcanzado, y probablemente superado, los mil años de edad; a menudo, su tronco no es recto y se ramifica pronto, con ramas grandes bastante sinuosas.

Quercus pubescens: porte de un árbol aislado.

Porte de un árbol aislado. Comparado con el roble común y el albar, el roble pubescente es un poco menos alto, de hasta 25 m de altura, pero no menos masivo, con un diámetro de 2-2,5 m. Especie longeva, se conocen ejemplares de unos mil años © Giuseppe Mazza

En los ejemplares adultos, la corteza está atravesada por surcos longitudinales y transversales que definen escamas muy duras, de perfil trapezoidal, más largas que anchas.

Las ramitas del año son inicialmente blanquecinas y luego grisáceas, debido a la pubescencia que las recubre y que, como ya se ha dicho, se mantiene incluso en el segundo año (las ramitas de roble común y roble albar, en cambio, son completamente lampiñas); las yemas son grandes (hasta 9-12 (15) mm), ovoides, de ápice agudo, grises y pubescentes, especialmente en los márgenes de las escamas.

Las hojas son alternas, simples, de ovado-alargadas a muy anchas en la parte central, brevemente cuneadas o cordadas en la base, de (3) 5-10 cm de largo, con 5-6 pares de lóbulos más o menos obtusos en el ápice y enteros o sublobulados.

La lámina es de color verde y está cubierta inicialmente por una densa pelusa blanca, pero al avanzar el año, el haz foliar se vuelve ligeramente pubescente o incluso glabro, mientras que el envés permanece grisáceo o blanquecino debido a la espesa pubescencia formada por largos pelos ramificados que miden 300- 350 micras; el envés de las hojas de roble albar, en cambio, presenta una ligera pubescencia a lo largo de los nervios principales, mientras que en el roble común es completamente glabro. El pecíolo es tomentoso y mide 5-15 (25) mm de largo. Uno de los nombres comunes en lengua francesa es «chêne blanc», en referencia al color inicial de las yemas.

El amplio rango de dimensiones de la lámina foliar y del pecíolo y la variabilidad de la densidad de la pubescencia se deben a la pluralidad de formas detectables en las plantas de roble pubescente. Lo mismo ocurre con las bellotas y su pedúnculo. Al avanzar el año, la hoja se vuelve coriácea y se reduce su pubescencia sin volverse glabra; la abscisión se produce tardíamente y en las plantas jóvenes y en las ramas juveniles las hojas, aunque se secan, no caen hasta la primavera siguiente; por eso se les llama ‘hojas marcescentes’. En las plántulas, las hojas permanecen verdes durante todo el invierno.

La madera de roble pubescente tiene muchas características en común con la de Quercus petraea y Quercus robur: tiene porosidad anular con albura amarillenta y duramen marrón, y es dura y se altera muy lentamente. Sin embargo, en comparación con la de los otros dos robles, es mucho más pesada; además, tiene fibras menos rectas por lo que es difícil de trabajar y, al secarse, se contrae más. El sistema radicular, muy robusto y bien desarrollado en las raíces secundarias, mantiene activa la raíz pivotante durante toda la vida del árbol.

Inflorescencias de Quercus pubescens.

Con respecto a otros robles europeos, el roble pubescente alcanza antes la madurez sexual, a los 10-12 años. La antesis se produce en abril-mayo, la más tardía entre los robles caducifolios mediterráneos más importantes © Giuseppe Mazza

Comparado con otros robles caducifolios europeos, el roble pubescente alcanza antes la madurez sexual (a los 10-12 años).

La antesis se produce en abril-mayo, la más tardía entre los robles caducifolios más importantes de la región mediterránea.

Al igual que los otros robles, el roble pubescente también es una especie monoica y sus flores son similares en apariencia a las de las otras especies de la sección Quercus.

Las flores masculinas tienen (6) 8 (10) estambres y se disponen en amentos de 5-8 cm de largo, densamente pubescentes, que surgen de la base de las ramitas del año, mientras que las femeninas, con tres estigmas verdosos, son solitarias o se reúnen en espigas cortas en las axilas de las hojas de la parte distal de la ramita del año.

La polinización es anemófila.

Las bellotas, a menudo en pequeños grupos de 3-4, tienen un pedúnculo corto y pubescente; maduran en el otoño del mismo año.

Son más o menos ovoides o cónicas, de 25-30 mm de longitud y bastante anchas (15-20 mm); cuando son frescas tienen tegumentos estriados de oscuro; la cúpula puede incluir la bellota hasta la mitad de su longitud y está cubierta de escamas triangulares grisáceas, muy pubescentes, adpresas también cerca del ápice y superando el borde de la cúpula. La bellota no presenta dormancia y debe germinar muy rápidamente para poder sobrevivir; al igual que las otras especies de quercíneas, Quercus pubescens también es una especie con germinación hipógea y las hojas jóvenes, de color rosado a blanquecino, son densamente pubescentes.

El área de distribución del roble pubescente se extiende principalmente por la cuenca mediterránea: el núcleo central está representado por las regiones de este lado de los Alpes (centro-sur de Francia, península itálica y las grandes islas del Mediterráneo central y occidental) donde es muy común; de este núcleo se ramifica una extensión occidental, que desde los Pirineos se ensancha al territorio vasco, una septentrional que remonta Francia hasta Bélgica (no especialmente numerosa y sólo sobre suelos calcáreos) y finalmente una tercera extensión muy amplia, que abarca la península balcánica hasta el mar Negro y penetra en la península de Anatolia, en cuyos bosques está presente aunque no es predominante.

En estas regiones el roble pubescente es frecuente, a menudo dominante, en los bosques entre 200 y 800 msnm, pudiendo alcanzar los 1200-1300 m en zonas menos frías y menos húmedas.

Generalmente en estos bosques, cuando el roble pubescente tiene un porte arbóreo y es dominante, debido a su temperamento heliófilo, quedan grandes espacios entre árbol y árbol que permiten el desarrollo de numerosas especies arbustivas.

Flores masculinas de Quercus pubescens.

Las flores masculinas se disponen en amentos laxos densamente pubescentes, de 5-8 cm de largo, que surgen de la base de ramitas del año © Giuseppe Mazza

Se trata en su mayoría de cenosis xerotérmicas de frondosas heliófilas acompañadas por un séquito de otras especies, entre las que se encuentran el fresno de flor (Fraxinus ornus L.) y, en el sector occidental, el carpe negro (Ostrya carpinifolia Scop.), sustituido por especies de Celtis (Celtis australis L., Celtis glabrata Steven ex Planch. y Celtis tournefortii Lam.) en los Balcanes y Anatolia; las especies de hoja perenne se hacen más numerosas sobre todo en las islas del Mediterráneo y Anatolia.

A mayor altura entran especies más mesófilas, como el roble de Turquía (Quercus cerris L.), el roble albar (Quercus petraea (Matt.) Liebl.), el castaño (Castanea sativa Mill.), algunos arces y varias rosáceas leñosas.

De lo dicho anteriormente se deduce que Quercus pubescens es una especie heliófila y xerófila; no es exigente en cuanto a la calidad del suelo, adaptándose bien incluso a suelos calcáreos, áridos, pedregosos y poco fértiles. El roble pubescente se considera una especie calcícola térmica ya que, hacia los límites latitudinales y altitudinales superiores (donde se registran las temperaturas más bajas) crece exclusivamente en suelos calcáreos por ser menos húmedos y más cálidos que los silíceos. Emite las nuevas hojas tardíamente (entre abril y mayo), evitando generalmente las últimas heladas.

Flor femenina de Quercus pubescens.

Las flores femeninas surgen en las axilas foliares. Aquí algunas yemas y una bellota. Las hojas son alternas, simples, de ovado-alargadas a muy anchas en la parte central © Giuseppe Mazza

Las enfermedades más importantes que puede sufrir el roble pubescente son las mismas que en otros robles caducifolios europeo: el tizón blanco (Erysiphe alphitoides), que afecta a las hojas especialmente en primaveras frías y húmedas; el decaimiento de la madera y la podredumbre de las raíces, causadas principalmente por diversos hongos, como Daedalea quercina, Armillaria mellea, Inonotus dryadeus, Ganoderma sp.pl., Fomitoporia sp.pl., etc., que socavan la estabilidad de las propias plantas; el chancro carbonoso de Biscogniauxia mediterranea; y los ataques debidos a Phytophthora ramorum, el principal agente de los síndromes denominados SOD (‘muerte repentina del roble’) y COD (‘decaimiento de los robles’), motivo de gran preocupación.

Hay varios insectos que pueden causar serios daños, especialmente a las plantas adultas; entre estos, los más peligrosos son aquellos cuyas larvas se alimentan de las hojas tiernas, como Thaumetopoea processionea y Lymantria dispar, y los que tienen larvas xilófagas, como varios cerambícidos. Los tejidos vivos de las hojas, los brotes jóvenes y los órganos reproductores también son utilizados con frecuencia por los cinípedos para poner sus huevos y en estos casos, como en los otros robles, el roble pubescente también reacciona a esta ‘estimulación’ desarrollando agallas con una forma y color específicos según la especie del parásito.

Quercus pubescens con bellotas en desarrollo.

Bellotas en desarrollo. Obsérvese la pilosidad aún presente en el haz de las hojas, que luego va cayendo a lo largo del año © Giuseppe Mazza

Por lo general, los daños causados ​​por estos últimos insectos son localizados y rara vez provocan un deterioro grave.

La madera de roble pubescente no es muy apreciada como material de construcción o de trabajo porque sus propiedades mecánicas no son satisfactorias y porque el tronco no suele ser recto. Se utiliza para algunas aplicaciones en la construcción naval, obras de construcción, para fabricar herramientas agrícolas y traviesas de ferrocarril, pero sobre todo es excelente como leña y carbón. Los montes altos de roble pubescente se destinan a la ganadería (producción de bellotas y pastos en el bosque) mientras que los montes bajos se destinan mayoritariamente a la obtención de leña y a la producción de carbón vegetal.

El roble pubescente es una de las plantas truferas más apreciadas y buscadas. Los árboles aislados o en pequeños grupos se siguen utilizando en el campo para delimitar los límites de las propiedades o para señalar los puntos de encuentro entre dos o más caminos o la presencia de casas aisladas.

Estas últimas tienen a menudo algunos robles pubescentes cerca, no solo para dar sombra y alimentar a los animales, sino también para atraer los rayos, protegiendo así a los edificios.

Quercus pubescens con bellotas.

Las bellotas, aquí todavía cubiertas de cera y, a menudo, en pequeños grupos de hasta 3-4, tienen un pedúnculo corto y pubescente © Giuseppe Mazza

Debido a su carácter termófilo y a su crecimiento en altura relativamente lento, Quercus pubescens no se utiliza mucho en el diseño de vegetación ornamental más allá de los Alpes, prefiriéndose el roble común, el roble albar y el roble de Hungría (Quercus frainetto Ten.) y por esta razón, por ejemplo, el roble pubescente no se menciona con frecuencia en las publicaciones que orientan sobre la elección de los árboles para estos fines.

Según Flora Europaea (1993), Quercus pubescens se divide en tres subespecies:

  • Quercus pubescens pubescens, presente en toda su área de distribución a excepción de los Pirineos y los territorios españoles,
  • Quercus pubescens subpyrenaica (Villar) Rivas Mart. & C.Saenz, endémica de los Pirineos y noroeste de España;
  • Quercus pubescens anatolica O.Schwarz (= subsp. crispata Greuter & Burdet), extendida en la parte oriental de la península de los Balcanes, en Crimea y en Anatolia. Sus ramitas se vuelven lampiñas hacia el final del primer año.
Quercus pubescens ramas, frutos y hojas.

Maduran en el otoño del mismo año. No tienen dormancia y deben germinar inmediatamente para sobrevivir. Obsérvese el envés densamente pubescente de las hojas © Giuseppe Mazza

Quercus pubescens es conocido y estudiado por su polimorfismo foliar, lo que ha permitido, a menudo con demasiada precipitación, la identificación de diferentes especies con las consiguientes discusiones posteriores sobre la realidad de estas tipologías taxonómicas.

Las especies que se consideran estrechamente emparentadas con el roble pubescente, y por este motivo a menudo transferidas a esta especie, son Quercus brachyphylla Kotschy (suroeste de Grecia y la isla de Creta), Quercus congesta C.Presl (Cerdeña, Sicilia y sur de Francia), Quercus kotschyana O.Schwarz (Líbano) y Quercus virgiliana Ten. (sur de Europa).

La posición sistemática de Quercus dalechampii Ten. aún no está bien definida, por lo que, aunque generalmente se asocia con Quercus petraea, varias fuentes lo correlacionan con Quercus pubescens. Según algunos investigadores y según algunas floras, debería excluirse la presencia de roble pubescente propiamente dicho en Calabria, Sicilia y Cerdeña, y atribuir los numerosos «robles pubescentes sensu lato» a especies endémicas únicas. La interpretación más aceptada para explicar las dificultades a la hora de determinar la correcta posición jerárquica de estos posibles taxones es que, en ausencia de barreras reproductivas efectivamente selectivas entre los robles euroasiáticos y norteafricanos del área mediterránea, los híbridos que se originaron (y que continúan generándose) no sólo pueden presentar diferencias morfológicas y/o ecológicas más o menos marcadas, sino que también pueden hibridar entre ellos y con las especies «parentales».

Andricus quercustozae, Andricus foecundatrix

Varios insectos, en particular los cinípidos, causan daños a menudo, sobre todo a plantas adultas. Arriba, Quercus pubescens con agallas provocadas por Andricus quercustozae, con algunos orificios de salida visibles de estos insectos. Abajo, insólita transformación de una yema en una agalla con forma de alcachofa por Andricus foecundatrix © Amadej Trnkoczy (foto sup.) y © Giuseppe Mazza (foto inf.)

Durante las glaciaciones del Pleistoceno, los robles mediterráneos compartieron a menudo las mismas zonas de refugio, permaneciendo allí incluso más tarde, aunque frecuentemente en sitios ecológicamente diferentes. De este modo, incluso dentro de poblaciones individuales, se han formado enjambres de formas híbridas con un alto grado de variabilidad morfológica y ecológica; sin embargo, los miles de años de deforestación que han asolado estos territorios han provocado la fragmentación de estas poblaciones, que en varios casos han quedado aisladas unas de otras, diferenciándose aún más algunos caracteres. A medida que avanza el calentamiento global, esta gran biodiversidad representa ahora una importante oportunidad, además de una esperanza, para la conservación de los robledales en Europa.

Además de los ya mencionados Q. humilis Mill. (1868) y Q. lanuginosa Lam. (1779) y dejando a un lado las subespecies y variedades, existe una cincuentena de sinónimos de Quercus pubescens Willd. (1796), entre los que se incluyen: Quercus apennina Lam. (1785), Quercus aspera Bosc (1807), Quercus asperata Pers. (1807), Quercus richardii Bosc (1807), Quercus robur var. lanuginosa Ten. (1831), Quercus robur var. virgiliana Ten. (1831), Eriodrys lanata Raf. (1838), Quercus amplifolia Guss. (1845), Quercus cupaniana Guss. (1845), Quercus laciniosa Boreau (1857), Quercus brachyphylla Kotschy (1859), Quercus cerrioides Willk. & Costa (1859), Quercus brevifolia Kotschy ex A.DC. (1864), Quercus macrostipulata Guss. ex Parl. (1868), Quercus subpyrenaica Villar​ (1935).

 

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