Erithacus rubecula

Familia : Muscicapidae

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Texto © Dr. Gianfranco Colombo

 

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Traducción en español de Ignacio Barrionuevo

 

He aquí al Petirrojo europeo (Erithacus rubecula). El hambre caza al lobo del bosque y en invierno también el petirrojo desciende al valle o a latitudes más cálidas buscando alimento © Gianfranco Colombo

He aquí al Petirrojo europeo (Erithacus rubecula ). El hambre caza al lobo del bosque y en invierno también el petirrojo desciende al valle o a latitudes más cálidas buscando alimento © Gianfranco Colombo

A comienzos de los 60 del siglo pasado, el IBCP – International Council for Bird Protection – fue asignado para elegir el nombre de un ave que pudiese convertirse en el emblema nacional del Reino Unido.

Todas las naciones del mundo tienen un ave nacional, desde el remoto Reino de Bhutan que escogió el Cuervo (Corvus corax) a la más conocida Águila calva (Haliaeetus leucocephalus) de lso Estados Unidos de América o la coloridísima Grulla coronada (Balearica regulorum) de Uganda, representada incluso en la bandera nacional, o también el Ave del paraíso esmeralda menor (Paradisaea minor) de Papúa Nueva Guinea.

En este símbolo algunos han buscado destacar la belleza del animal escogido, otros el carácter endémico de una especie ausente de cualquier otra parte del mundo, pero, más a menudo, suele simplemente indicar una afinidad entre el carácter del ave elegido y el pueblo que representa.

Es fácil verlo, especialmente tras la nevada, helado y sin escondite © Gianfranco Colombo

Es fácil verlo, especialmente tras la nevada, helado y sin escondite © Gianfranco Colombo

Fue The Times el que, tras largas conversaciones epistolares con sus lectores sugirió este pequeño, adorable y gracioso pajarillo, presente en todos y cada uno de los jardines ingleses y que es amigo de todos. Se dice que su docilidad fue un tributo al carácter de los mismos ingleses.

El Petirrojo europeo (Erithacus rubecula Linnaeus, 1758) pertenece al orden de los Passeriformes y a la familia Muscicapidae siendo uno de las aves más comunes en Europa. En una estima de comienzos de siglo, desarrollada por Bird Life International, se contaban alrededor de 120 millones de parejas nidificantes en toda su área de distribución, valor realista sin duda alguna.

Dócil y amigable lo será sobre suelo anglosajón, ya que ciertamente en Europa continental no siempre demuestra ser como acostumbra a ser descrito, y aun menos tan afable hacia sus congéneres.

Durante la mayor parte del año para nosotros es un pájaro absolutamente esquivo y reservado, huidizo y preparado a lanzarse hacia un denso arbusto para ocultarse de miradas indiscretas de nosotros, los humanos.

Durante el invierno, por el contrario, parte de la población se hace más sociable y dócil y se adecúa a las costumbres humanas para sobrevivir a las crudezas de la estación desfavorable. Es entonces cuando ocupa parte del jardín de una casa donde no obstante, aplica duramente el derecho de propiedad contra todo aquel que trate de introducirse en su territorio. Cualquier individuo, ya sea macho o hembra, ahuyenta con maldad a los Gorriones comunes (Passer domesticus), los Mirlos (Turdus merula), carboneros y herrerillos (Parus spp.), a las fornidas tórtolas (Streptopelia decaocto) e incluso a sus conespecíficos, con una crueldad inimaginable. Basta poner en mitad de su territorio un señuelo con forma de petirrojo y ya lo tendremos inmediatamente enfurecerse y lanzarse violentamente contra él, picándole los ojos, golpeándole en la cabeza y arrancándole las plumas. Un pajarillo muy querido y dócil que, sin embargo, si convierte prácticamente, con cruentas acciones, en una hiena asesina con tal de mantener el dominio de su propio territorio.

Después, una vez llega abril, desaparece de improviso sin signos que anuncien su marcha de nuestro jardín, y se refugia de nuevo en el ambiente sombrío, oscuro y reservado de un denso bosque caducifolio, aunque también usa los de coníferas. Son muchas las tradiciones populares que acompañan a este pájaro relacionadas con la mancha roja del pecho con la que la naturaleza le ha obsequiado. Es común en muchas naciones cristiano/católicas la leyenda que relaciona esta mancha purpúrea con una mancha dejada por una gota de la sangre de Cristo en la cruz, marcada cuando el pajarillo trataba de arrancar una espina de Su cabeza.

Ha perdido su innata prudencia. No huye más del hombre y se hace oportunista, junto a mirlos, gorriones y otros pájaros a los que ataca, celoso, violentamente © Gianfranco Colombo

Ha perdido su innata prudencia. No huye más del hombre y se hace oportunista, junto a mirlos, gorriones y otros pájaros a los que ataca, celoso, violentamente © Gianfranco Colombo

Pero hay infinidad de tradiciones, a menudo relacionadas también con su presencia estacional temporizada cronométricamente, en las que se hace un paralelismo entre su desaparición o muerte y el cambio de estación y el renacimiento de la vida.

En una famosísima cancioncilla conocida por todos los niños ingleses se narra metafóricamente la muerte del petirrojo, en la que participan todas las aves del bosque. De origen antiquísimo y con múltiples interpretaciones, podría estar relacionada con hechos políticos medievales, pero más concreta y directamente está vinculada al advenimiento de la estación cálida tras el invierno.

Se trata de la canción infantil “Who killed Cock Robin?” (¿Quién mató al petirrojo?), en la que se ven desfilar desde el gorrión al búho, del cuervo a la alondra, del pardillo a la paloma, del milano al chochín, para terminar con el camachuelo que con su grueso pico tocará las campanas en recuerdo de la muerte de Cock Robin, metafóricamente el invierno.

En Navidad un pedazo de panettone en el alfeizar es lo más incluso para un insectívoro que en invierno se transforma parcialmente en frugívoro, buscando las últimas bayas que quedan, semillas y frutos marcescentes. Ahora mendiga a menudo el pan, trozos de queso y las más calóricas migas de dulces © Agostino Codazzi

En Navidad un pedazo de panettone en el alfeizar es lo más incluso para un insectívoro que en invierno se transforma parcialmente en frugívoro, buscando las últimas bayas que quedan, semillas y frutos marcescentes. Ahora mendiga a menudo el pan, trozos de queso y las más calóricas migas de dulces © Agostino Codazzi

All the birds of the air, fell in a sighing and a sobbing, when they heard the bell toll, for poor Cock Robin”.
(Todas las aves del cielo suspiraron y sollozaron cuando oyeron sonar las campanas por el pobre petirrojo).

En Inglaterra, Robin es el nombre común dado al petirrojo, el mismo nombre que los colonos dieron en Norteamérica en los últimos siglos a su zorzal robín, un gran túrdido con pecho rojizo (Turdus migratorius), quizás por la nostalgia de su petirrojo que faltaba allí.

La etimología del nombre científico tiene sus orígenes en una antigua tradición, anticipada por Aristóteles pero sostenida parcialmente por Linneo y que duró hasta el momento en el que consiguió comprenderse por completo el fenómeno de la migración de los animales. Esta tradición afirmaba que las aves estivales se transformaban en otras especies similares durante el invierno.

Alto sobre un palo este petirrojo inspecciona a su campesino, listo para lanzarse sobre la primera lombriz que aflore en el huerto o de un surco del arado © Gianfranco Colombo

Alto sobre un palo este petirrojo inspecciona a su campesino, listo para lanzarse sobre la primera lombriz que aflore en el huerto o de un surco del arado © Gianfranco Colombo

El género Erithacus deriva de “erithakus”, que era un pajarillo mimético no bien definido, probablemente un colirrojo o un petirrojo, dos especies objeto de este fantasioso “desdoblamiento” estacional. El epíteto específico rubecula viene de la unión de dos términos latinos: “rubeus” = zarza y “-cola” = habitante, justo por el ambiente que frecuenta.

Es interesante también la etimología del nombre científico de la familia Muscicapidae que deriva del latín “musca” = mosca y “capere” = atrapar.

En inglés es llamado European robin, en alemán Rotkehlchen, en italiano Pettirosso, en francés Rougegorge familier y en portugués Pisco-de-peito-ruivo.

Zoogeografía

El petirrojo ocupa totalmente Europa hasta latitudes muy elevadas, faltando solo en el extremo norte de la península Escandinava y en Islandia. En Asia habita gran parte de Siberia aproximadamente al norte del paralelo 50, apenas rozando Mongolia por el oeste de su área de distribución, mientras que en Oriente Medio ocupa permanentemente el área en torno al mar Negro, descendiendo hasta Irán y el golfo Pérsico y la costa del Mediterráneo.

Está presente también en toda la costa mediterránea africana con una discreta población en Argelia y Marruecos e incluso en las islas atlánticas de la denominada Macaronesia (Madeira, Canarias y Azores).

Se han descrito distintas subespecies entre las que las más importantes para Europa son Erithacus rubecula rubecula típicamente de la Europa continental hasta los Urales y Asia Menor; y Erithacus rubecula melophilus de las islas Británicas. Estudios más profundos han identificado dentro de estas poblaciones otras subespecies con variaciones morfológicas reducidas, por lo que el número de estas nuevas clasificaciones está en continuo crecimiento.

Ecología-Hábitat

El petirrojo europeo es un pájaro que habita los bosques densos y enramados, principalmente de hoja caduca, que cuentan con un copioso sotobosque, formados por viejos árboles envueltos en lianas e hiedras trepadoras, húmedos y poco luminosos. En estos ambientes escapa prácticamente de la vista en todos sus movimientos ya sea por el color mimético de su librea como por la falta de luz.

En Europa central y septentrional habita también en jardines y parques públicos que tengan, no obstante, arbustos y enredaderas en las que pueda encontrar fácilmente refugio. Es más fácil advertir su presencia que observarlo directamente ya que apenas advierte un peligro se escabulle dentro de cualquier arbusto o se refugia en una rama baja frondosa y emite su reclamo de alarma. Esto no impide que en las primeras horas de la mañana ama, por el contrario, posarse bien visible y bañado por los primeros rayos de sol sobre una ramilla seca o cualquier otro lugar bien expuesto, desde donde emite su melodioso canto para indicar el derecho de propiedad por el que tan duramente lucha durante la ocupación del territorio invernal.

Este otro, más afortunado, inverna como los ricos de la “Belle Époque” en los jardines del Casino de Monte Carlo. Con todos los turistas que pasan el alimento no falta jamás y algunos tardan se demoran más de lo normal. Quizás son ya residentes y se reproduzcan en el Principado ya que en mayor tardío aún picotean bajos los rosales en flor © Giuseppe Mazza

Este otro, más afortunado, inverna como los ricos de la “Belle Époque” en los jardines del Casino de Monte Carlo. Con todos los turistas que pasan el alimento no falta jamás y algunos tardan se demoran más de lo normal. Quizás son ya residentes y se reproduzcan en el Principado ya que en mayor tardío aún picotean bajos los rosales en flor © Giuseppe Mazza

Como se ha mencionado, durante el invierno escoge hábitats bien distintos y se adapta a una vida mucho más visible que la que mantiene durante el periodo estival de nidificación. Se contenta con lugares mucho más abiertos como filas de árboles que bordean las acequias o los arroyos campestres, cementerios, pequeños jardines en las casas de campo, huertos e, incluso, graneros, almacenes y patios.

Durante el invierno el contacto con los seres humanos pasa a ser asiduo y, quizás, necesario para tantos de ellos que se sienten, no solo protegidos, sino ayudados por la disponibilidad de alimento para sobrevivir a los rigores de la estación desfavorable.

Morfofisiología

El petirrojo europeo estaba antiguamente clasificado en la familia Turdidae y es el único representante de su género.

En abril, de hecho, el petirrojo suele volver a su bosque húmedo, lleno de insectos, para reproducirse y entonces es más fácil oírlo cantar que verlo © Fabio Severgnini

En abril, de hecho, el petirrojo suele volver a su bosque húmedo, lleno de insectos, para reproducirse y entonces es más fácil oírlo cantar que verlo © Fabio Severgnini

Su comportamiento puede decirse que está un tanto a medio camino entre la citada familia y la de los muscicápidos, en la que está ahora incluido por diversos aspectos de su morfología, como son sus dimensiones, las continuas sacudidas del cuerpo con movimientos nerviosos de la cola y las alas, mucho más semejantes a los de un Papamoscas gris (Muscicapa striata) que a los de un Mirlo (Turdus merula).

El color predominante de la librea es el gris oliváceo, que cubre totalmente su dorso, desde la cabeza hasta la cola, dejando el cuerpo, junto con el pecho de color blanco crema opaco, poco significante. No obstante, clara marca de su plumaje es la mancha rojo anaranjada que porta sobre la garganta y se extiende hasta la mitad del pecho, presente constantemente tanto en la hembra como en el macho en todas las libreas estacionales. No hay, de hecho, ningún signo de distinción entre los sexos, quizás facilitando el exacerbado comportamiento territorial mostrado indiferentemente por ambos géneros durante el invierno.

Los jóvenes tienen una librea totalmente distinta a la de los adultos con un plumaje amarronado fuertemente moteado de amarillento.

Los machos eligen rápidamente su nuevo territorio y una pareja para reproducirse © Gianfranco Colombo

Los machos eligen rápidamente su nuevo territorio y una pareja para reproducirse © Gianfranco Colombo

Las dimensiones son bastante diminutos y suficientes como para permitirle al petirrojo ser uno de los pájaros más pequeños de nuestra avifauna. Mide 14 cm de longitud, por lo general pesa menos de 20 g y su apertura alar rara vez supera los 25 cm.

Tiene las alas cortas, anchas y regordetas, mal adaptadas a una migración verdadera, a pesar de que este pajarillo emprende en ocasiones movimientos otoñales hacia áreas más acogedoras que pueden ser comparados con verdaderas migraciones dado su tamaño. Es residente en muchísimas zonas de su área de distribución, pero está sujeto a movimientos altitudinales que le hacen llegar a la parte baja de los valles durante el invierno, recorriendo distancias inferiores incluso a los 100 km, o a veces deben dejar territorios con crudas temperaturas invernales para sobrevivir en zonas con clima más benigno. El área mediterránea es una de las elecciones más frecuentes durante estos movimientos erráticos estacionales.

Durante el invierno su presencia puede crear superpoblación en los lugares de invernada, un problema que está seguramente en el origen de su particular comportamiento agresivo del que antes hablábamos.

Es de las pocas aves que emite su canto durante todo el año.

Etología-Biología reproductiva

El petirrojo europeo es un buen reproductor que consigue llevar a buen puerto incluso dos nidadas por año.

Es rápido en la elección de territorio y de pareja, llegando a su destino a menudo ya emparejado o, al menos, se empareja pocos días después de su llegada, iniciando rápidamente la nidificación. Esto tiene lugar en los años en los que la temperatura primaveral remonta rápidamente y libera al territorio ocupado de la eventual cobertura nívea y las parejas están en óptimo estado de salud. El nido suele estar bastante escondido, siendo difícil descubrirlo. Puede estar construido en tierra o entre las gruesas raíces de un longevo árbol, o quizás en un agujero en el suelo junto a la base del tronco, o incluso en grietas de árboles o simplemente bajo una piedra ligeramente levantada. Lo coloca también sobre el nivel del suelo, bien escondido en una hiedra silvestre que trepa por un árbol o en el interior de un arbusto bien ramificado pero en cualquier caso a poca altura. En algunos casos ha llegado a construirlo dentro de restos antropógenos, como latas vacías, cajas u oquedades en máquinas agrícolas abandonadas.

El nido es una copa perfecta y profunda compuesta de musgo, líquenes, hierbas secas y hojas en el que pone de 5 a 6 huevos blancuzcos con un ligero y fino moteado de color rojizo.

La incubación, operación exclusiva de la hembra, dura alrededor de dos semanas y los pequeños polluelos nacen completamente desnudos. En breve les crecerá un sutil plumón que dará lugar después, en los siguientes quince días, a un plumaje completo.

Las hembras sacan hasta dos nidadas al año ayudadas por el macho que sigue a los pollos hasta dos semanas después del inicio del segundo ciclo © Museo Lentate sul Seveso

Las hembras sacan hasta dos nidadas al año ayudadas por el macho que sigue a los pollos hasta dos semanas después del inicio del segundo ciclo © Museo Lentate

Los polluelos abandonan el nido habitualmente cuando aun no tienen la capacidad de volar y se diseminan por los arbustos de los alrededores, seguidos asiduamente por el macho, que les asistirá hasta su independencia total. Durante esta fase de asistencia de la prole de la primera nidada, la hembra estará ya atareada con la incubación de la segunda. Una perfecta cadena de montaje. El petirrojo europeo no tiene una larga vida pero consigue a menudo alcanzar los diez años cuando no tienen que soportar inviernos demasiado duros en los que grandes poblaciones son prácticamente esquilmadas. Tiene, en cualquier caso, una muy notable capacidad de recuperación que le permite mantener su número bastante estable en el curso de los años. Los depredadores de esta ave son, no obstante, numerosos. Al anidar en el suelo debe soportar ataques de roedores y mustélidos, pero desde el cielo, además de lechuzas y búhos, debe enfrentarse con uno de sus enemigos más terribles, el Gavilán (Accipiter nisus) que cohabita en los mismos ambientes idílicos pero desgraciadamente cuenta con preferencias alimentarias bien distintas.

La alimentación del petirrojo europeo varía a lo largo de las estaciones. En el periodo de nidificación es altamente insectívoro, comida muy proteica y perfecta para un crecimiento rápido y sano de una prole numerosa. Es un pájaro que caza al acecho, manteniéndose en una rama baja observando con atención todo lo que se mueve a sus pies para atraparlo sin dubitaciones llegado el momento.

Los jóvenes, con una librea muy distinta a la de los adultos, corren grandes riesgos porque se dispersan, abandonando el nido, cuando aun no saben volar © G. Colombo

Los jóvenes, con una librea muy distinta a la de los adultos, corren grandes riesgos porque se dispersan, abandonando el nido, cuando aun no saben volar © G. Colombo

Es también oportunista, como la Garcilla bueyera (Bubulcus ibis) y muy a menudo en los bosques sigue a los grupos de jabalíes, a los faisanes, a los tejones (Meles meles) y a otros animales esperando pacientemente a que muevan, mientras hozan y remueven la tierra, a cualquier insecto, sobre el que se abalanzan inmediatamente. También en nuestros campos no duda de rondar los pies del campesino que ara su huertecillo, listo para lanzarse literalmente sobre la primera lombriz desenterrada, perdiendo toda vergüenza y temor.

Durante el invierno se convierte en frugívoro, comiendo bayas que permanecen en las ramas, semillas y frutos marcescentes, pero no duda en picotear pan, trocitos de queso o, aun mejor, migas de dulces, fuera de las casas. En Lombardía las migas de panettone son sus preferidas. Es suficiente un poco de pasa y migas dulces dejadas en el alfeizar de la ventana para verlo aparecer, como uno de la familia, a festejar la Navidad.

Sinónimos

Motacilla rubecula Linnaeus, 1758.

 

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