Flores nunca vistas: descubiertas en varias partes del mundo

Cuando la naturaleza da espectáculo.

 

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Texto © Giuseppe Mazza

 

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Traducción en español de Viviana Spedaletti

 

¿Qué son las flores?

No precisamente máquinas para seducir al mundo verde, que no tiene ojos, y en en el cual las hembras eligen a su pareja entre muchos gránulos de polen con complejos mecanismos hormonales; sino instrumentos para ponerse en contacto con los animales, que atraídos por las formas, los colores y el perfume, se ocupan del transporte polínico, a cambio de un sorbo de néctar o fragantes «ensaladitas» de pétalos.

Entre nosotros quienes trabajan mucho son principalmente los insectos; y las flores han hecho de todo para conformarse con estos polinizadores. Pétalos blancos, azules y amarillos, para satisfacer a quien no ve el rojo; apoya pies para abejas y abejorros absortos en la comida; refugios de las intemperies para coleópteros; perfumes embriagantes para las mariposas; y a menudo modernas «pistas de aterrizaje», con líneas y dibujos convergentes que develan enseguida, de lejos, la calle del néctar.

Pero en los trópicos, donde casi siempre es verano, las plantas también ostentan otra clientela: los pájaros. Donde la comida no falta, éstos no migran, y se pueden por lo tanto explotar todo el año. No tienen por cierto el olfato de los insectos, y elaborar perfumes es tiempo perdido, pero ven muy bien, y muestran una indudable curiosidad e inteligencia.

Para ellos, paralelamente a las «flores de insectos», el mundo verde ha planeado corolas e inflorescencias diferentes, de gran talla, proporcionadas al insaciable apetito de los huéspedes, y ha gastado tesoros de fantasía para crear los colores y las formas más bonitas. Y es a esta categoría de plantas exóticas, cómplices, que pertenece la mayor parte de las «flores nunca vistas».

BANKSIA PETIOLARIS

Australia – Pertenece a la exótica familia de las Proteáceas – Cultivo posible en los climas mediterráneos.

¿Un biberón? Qué va, son millares de flores asociadas en un tipo de mazorca. Crecen al ras del suelo, de un matorral, ricas en néctar azucarado. No son polinizadas por insectos o pájaros, sino por los ratones.

Ciertamente, con comensales del género el estrago está asegurado, porque lejos de conformarse con el azúcar también se comen las flores; pero alguna corola se salva y la descendencia está asegurada.

En Australia a menudo es a menudo cultivada como bordura, por las bonitas hojas, al final de los jardines; entre nosotros podría crecer en la Riviera. Necesita de mucho sol, poco fósforo y terrenos arenosos. Teme las podredumbres en las raíces.

ANIGOZANTHOS MANGLESII

Australia – Lejano pariente de las azucenas – Fácil en los climas mediterráneos.

Las hojas recuerdan a los lirios, y las flores evocan crestas de gallo o peinados Punk. Pero dado que la planta sólo crece en Australia, ha tomado el nombre de «Pata de canguro», por las largas corolas peludas, abiertas sobre un lado, con llamativos estambres parecidos a uñas.

Ha sido elegida, entre 8.000 especies de Australia Occidental como emblema floral del Estado, y el nombre científico recuerda a Robert Mangles, el horticultor inglés que partiendo de las semillas, fue el primero a introducirla en Europa en el 1833.

Luego ha caído en el olvido; pero se podría hospedar a cielo abierto en los climas mediterráneos. Los tallos alcanzan hasta el metro de altura, con llamativas inflorescencias rojas, amarillas, o rojo-verdes. Mucho sol, terrenos pobres y bien drenados. Partiendo de las semillas hacen falta unos 18 meses para ver las primeras flores.

VERTICORDIA GRANDIFLORA

Australia – Pariente del arrayán – Fácil en los climas mediterráneos.

El nombre, no al azar, está relacionado a Venus, diosa de la belleza y el amor. La fina elegancia de la flor viene de los sépalos, elegantemente desflecados a modo de pluma para llamar la atención de los insectos.

Y como si no bastara, para satisfacer todos los gustos, también cambian de color en el tiempo, del amarillo dorado al rojo ladrillo.

La planta recuerda un poco al brezo, y en los climas mediterráneos podría adornar terrazas y jardines. Necesita de mucho sol y suelos ácidos, pobres, y bien drenados, para evitar podredumbres en las raíces.

HAEMANTHUS CRISPUS

Sudáfrica – Pariente de las Amarilis – Bulbosa fácil de cultivar en maceta en los climas mediterráneos.

¿Los ramos de flores con el papel alrededor los han inventado los floristas? Aparentemente no, a juzgar por estas extrañas inflorescencias poco más grandes que un clavel. Al centro minúsculas corolas rojas con llamativos estambres dorados, y alrededor un «papel pintado» bermellón para protegerlos y atraer la mirada de los polinizadores.

Los bulbos se cultivan, semienterrados, en macetas de 15-20 cm y un compuesto arenoso, bien drenado. Florecen en primavera. Riegos regulares durante el período vegetativo. De mayo a agosto un ligero abono líquido cada 15 días. Luego la planta va a descanso. Durante el crecimiento tiene necesidad de mínimas no inferiores a los 16° C y en invierno de al menos 10°C.

MELALEUCA TRICHOPHYLLA

Australia – Pariente del arrayán – Fácil en los climas mediterráneos.

¿Tenéis presente los fuegos artificiales? Estas «flores machistas», todo sexo, los imitan bajo los cielos australianos. Las corolas prácticamente no existen y el efecto pirotécnico es asegurado por una marea de llamativos órganos masculinos purpúreos con las anteras amarillas.

Las hojas son puntiagudas, para resistir a la sequía, y el matorral recuerda por lo tanto un poco a las coníferas.

Donde las mínimas no bajan por mucho tiempo bajo los 6°C, crece bien a pleno sol, y suelos pobres, ligeramente ácidos y bien drenados. Los excesos de agua provocan podredumbres a las raíces.

BROMELIA BALANSAE

Brasil-Argentina – Pariente de la piña – Fácil en invernadero. Normalmente es una planta que pasa inobservada, si no fuera por las terribles espinas también puestas «a sierra» sobre hojas largas un metro y medio, que desaniman cada aprovechamiento.

Pero con ocasión de la boda, colorea de bermellón la rosa central; y de estas nuevas hojas multicolores brota una «piña blanca», con florcitas rojas, tinte sobre tinte, bordeadas de blanco. Para no desmentir al parentesco, éstas se transforman luego en frutitas ovoides, amarillo-anaranjado, con perfume de piña.

Una planta de aficionados, pocos recomendable, que en la Riviera se conforma con un «invernadero frío» realizado con simples hojas de plástico.

BANKSIA COCCINEA

Australia – Pertenece a la exótica familia de los Proteáceas – Cultivo posible en los climas mediterráneos.

¡Parece justo la «tarta de cumpleaños” y sólo faltan las velitas!

La flor, sostenida por arbolito matoso, está formada en realidad por millares de florcitas que han hecho el «destape», reduciendo la corola a una pelusa, de la cual aparece, sin pudor, un gigantesco órgano femenino, bermellón, inicialmente doblado a modo de arquito.

Es una planta amante del sol, que tolera mínimas de -3°C, pero no soporta la humedad y las nieblas. El terreno, blando, ácido y bien drenado, debe ser pobre en fertilizantes, con poco fósforo. Y a fin del invierno es adecuado tratarlo con un fungicida para evitar podredumbres en las raíces.

COUROUPITA GUIANENSIS

Guyana – Pertenece a la exótica familia de las Lecythidaceae – Cultivable sólo en invernadero.

Los frutos, que dan nombre a la planta, son auténticas «Balas de cañón», pesados globos de 15-20 cm de diámetro.

Descansan en racimos sobre el tronco, ancho casi un metro, de un árbol majestuoso que roza los 30 m, precedidos por flores «animalescas».

Pétalos gruesos, rojizos en interior y amarillo-anaranjado en el exterior, en corolas de 12 cm de diámetro. Estambres con reflejos morados parecidos a los tentáculos de una anémona de mar y un perfume misterioso y embriagante, especialmente por la noche.

Sólo atraen a los murciélagos, que compiten por el néctar, polinizando plantas a menudo lejanas en el enredo de la selva.

NICOLAIA ELATIOR ETLINGERA ELATIOR

Indonesia – Pariente del jengibre – Cultivable sólo en invernadero.

Parecido a una «antorcha encendida», la flor parece a primera vista falsa; apenas salida de un vidriero de Murano o de una fábrica de porcelanas.

Se trata en realidad de una inflorescencia a «piña», circundada por brácteas bermellones, que lleva, una sobre otra, varias coronas de florcitas rojas. Se abren partiendo desde abajo, y cuando las últimas son pimpollos, debajo ya llevan los frutos.

La planta, no menos insólita, es una hierba gigante, que alcanza los 6 m de altura, con hojas de 60 cm y tallos largos hasta 2 m.

GREVILLEA ERIOSTACHYA

Australia – Pertenece a la exótica familia de los Proteáceas – Cultivo posible en los climas mediterráneos.

Es una auténtica «feminista vegetal.» Generalmente los órganos femeninos de las flores, los pistilos, están escondidos púdicamente entre los pétalos; aquí, visto que en práctica la corola está ausente, se ostentan descaradamente.

Y no basta: creciendo con exceso desfloran a los órganos masculinos; roban el polen a las anteras, los testículos de la planta; y lo ofrecen, invirtiendo los papeles, a los pájaros.

¿Autofecundación? ¿Incesto? No, porque estas chicas rebeldes en un primer tiempo no son receptivas, toman un tipo de «píldora», y sólo en vejez, después de haber dispersado todo el polen, se vuelven fecundas, para retomar el papel materno según las leyes de la naturaleza.

Podría crecer al sur, en los cálidos climas mediterráneos, pero necesita de mucho sol, poco fósforo, y terrenos arenosos.

FREYCINETIA FUNICULARIS

Java – Pariente de los Pandanus – Bella e imposible – Sólo en invernadero.

¿Una flor masoquista? Sí, lo es. Y para casarse, se inmola en las violencias de los polinizadores.

Es el caso de esta espléndida trepadora indonesa, que crece trepada a los árboles de la selva. Donde la comida es abundante, los pájaros son perezosos y para molestarlos no bastan las formas y colores. Por tanto, ha inventado grandes brácteas rojas triangulares, carnosas, perfumadas y comestibles. Los pájaros las localizan enseguida sobre el verde de la selva, aterrizan y las consumen a picotadas como un postre, restregándose en las inflorescencias cilíndricas, amarillo-rosadas, de aspecto nevoso.

¡Vuelven a partir cargados de polen, y qué importa si la flor no existe más, visto que el objetivo de la reproducción se ha logrado!

GEISSORHIZA RADIANS

Sudáfrica – Pariente de los lirios – Pequeña bulbosa fácil de cultivar en maceta en los climas mediterráneos.

¡Blanca, roja y azul, en escarapela, podría ser el emblema de la revolución francesa! Increíble «flor para insectos» que no se limita a líneas y a colores convergentes, pero lleva, como en algunos carteles publicitarios, también de las caricaturas, unos dibujos de «clientes absortos en la comida», para invitarlos a bajar.

Las hojas, parecidas a hilos de hierba, desaparecen en primavera bajo una marea de flores. Se cultiva en espesos grupos, en «praditos», en macetas anchas y bajas en un compuesto arenoso. Ligeros abonos líquidos durante el período vegetativo y mínimas superiores a los 10°C.

ARISTOLOCHIA GRANDIFLORA

Jamaica – Pariente del la Hierba astróloga, una planta medicinal de nuestros campos – Fácil en los climas mediterráneos.

La flor péndulo no se puede reconducir a ningún esquema.

Chata pero hinchada de aire, supera los 15 cm de diámetro, y tiene un estilo decididamente inquietante, con sus «mejillas» moreno-púrpura, adornadas por una espesa red de arabescos blancos y la garganta oscura, con uno extraño «badajo» amarillo-crema.

Trepadora y siempreverde de las Antillas, con fustes volubles que rozan los 5 m de altura y elegantes hojas acorazonadas, este planta, en brote de junio a octubre, puede dar un estilo exótico a los muros de los porches, creando rincones misteriosos en los cálidos jardines mediterráneos.

No quiere el sol directo, y necesita un terreno sustancioso, y bien drenado, con macetas de al menos 25 cm de diámetro.

Riegos y abonos líquidos regulares en el período vegetativo. Poca agua, para evitar las podredumbres, durante el descanso invernal.

DAVIDIA INVOLUCRATA

China – Pertenece a la exótica familia de las Davidiaceae (actualmente, en 2018, incluida en la familia Cornaceae) – Cultivo fácil.

Dedicada al padre David, un jesuita francés que la llevó venturosamente a Europa desde China en 1868, esta planta también es conocida como «Árbol de los pañuelos”.

Sus grandes brácteas blancas, que esconden pompones de minúsculas flores purpúreas, se agitan en efecto al viento como centenares de pañuelos extendidos a secar.

Este arbolito, que alcanza los 18 m de altura en China, se parece en las hojas a un tilo, y crece bien en los climas templado-húmedos, por ejemplo a lo largo de los grandes lagos lombardos, donde el suelo, ligero, fértil y profundo, siempre se mantiene fresco.

Ama las posiciones a media sombra, y sólo florece a partir de los 10 años de edad.

FLORES ESTRELLA (STAPELIA TRIFIDA, HUERNIA MARNIERIANA, TRIDENTEA LONGIPES, STAPELIA GLANDULIFLORA, ORBEOPSIS CAUDATA)

La flor, carnosa y un poco inquietante, parece una estrella marina.

Se las huele, convencidos de encontrar un perfume embriagante, y se corre el riesgo de dar un salto hacia atrás, porque a menudo emana un fuerte olor de pescado podrido o carne en putrefacción.

Sirve para atraer a las moscas, que se ocupan del transporte polínico; pero por suerte casi el 20% de estas especies confía la descendencia a los mosquitos y ha optado por lo tanto por agradables perfumes de manzanas, plátanos o fruta madura.

Los fustes recuerdan a los cactus, hinchados de agua, con hojas reducidas a apéndices más o menos evidentes y espinosos para reducir la evaporación y condensar la humedad del aire. Una estructura que permite vivir donde llueve por lo menos una vez al año y se superan fácilmente los 45°C a la sombra.

Quien las quiere puede elegir entre unas 250 especies, originarias comúnmente de Sudáfrica, Somalia, Arabia y Kenia, pero en cultivo no son «plantas fáciles», porque temen las podredumbres e deben ser tratadas periódicamente contra el «mal blanco».

Mejor limitarse a las formas «rústicas» de la Provincia del Cabo, que se ambientan a veces perfectamente a cielo abierto en los cálidos climas mediterráneos, en pequeños «bolsillos» bien drenados en los jardines rocosos.

LEUCOSPERMUM ERUBESCENS

Sudáfrica, al reparo los montes, en los áridos «Fynbos» de la costa meridional – Pertenece a la exótica familia de los Proteáceas – Cultivo posible en los climas mediterráneos.

Los llaman «alfileteros», y son los parientes próximos sudafricanos de las Grevilleas y las Banksias australianas.

La inflorescencia en pimpollo, sostenida por pequeños matorrales o arbolitos, tiene justamente el aspecto de un alfiletero. Luego, como si no bastara, las pequeñas corolas, aquí reducidas a insólitas «cintas» blancas y rojas, son reemplazadas por los alambiques, parecidos a alfileres, con «cabezas», como en los bellos tiempos de las abuelas.

Un seguro adorno para terrazas y jardines mediterráneos, que dura hasta 3 semanas en maceta como flor cortada. Necesita de mucho sol y terrenos ácidos y bien drenados.

 

ANNA  – 1993