Familia : Accipitridae

Texto © Dr. Gianni Olivo

Traducción en español de Ignacio Barrionuevo

El Haliaeetus vocifer pasa gran parte del día en una rama que domine sobre el agua, desde donde emprender fácilmente el vuelo para atrapar algún pez © Giuseppe Mazza
El género Haliaeetus deriva de la combinación de los términos griegos «hals, halos» (ἁλς ἁλός) = mar y «aetos» (άετος) = águila, por el hábito, mostrado por todos los representantes del género, de frecuentar el mar o, más ampliamente, el ambiente acuático, al que están estrechamente ligados.
El epíteto específico vocifer tiene, por el contrario, orígenes latinos, siendo la combinación del sustantivo «vox» = voz y el verbo «ferre» = portar, llevar, en referencia a las características vocalizaciones que esta ave emite en cualquier época del año.
Un canto tan particular y recurrente que es identificado por todas las poblaciones de este continente como «la voz de África». No hay libro, documental o relato sobre la naturaleza de esta parte del mundo que no recuerde este grito lastimero y, a la vez, melodioso que llena los cielos de África. Un sonido inolvidable para aquel que lo ha oído al menos una vez.
Con una ojeada superficial podría ser confundido a primera vista con el pigargo americano o águila calva (Haliaeetus leucocephalus), sin embargo, aparte de las diferencias existentes, la distribución geográfica no permite que haya confusiones de ningún tipo.
La primera característica que llama la atención es el color níveo de la cabeza, que se continúa, dorsalmente en una mancha en forma de V con el vértice orientado hacia la cola, y ventralmente en el blanco del cuello y el pecho.
Si observamos a este majestuoso pigargo de perfil, posado sobre una rama, percibiremos como el color oscuro de la unión de las alas y el resto del cuerpo se encuentra con el blanco en una especie de ojiva puntiaguda.
El color de base del cuerpo y la parte superior de las alas es un marrón más o menos claro con tonalidades rojizas o pardas, sobre todo en el vientre, mientras que el dorso y el lado inferior de las alas son casi negros. La cola, corta y cuadrada, es blanca.

Helo aquí en picado tras haber detectado una presa. Común casi en toda el África subsahariana, no se aleja nunca de ríos o lagos © Gianfranco Colombo

También esta vez el golpe ha dado resultado y se dirige, como siempre, hacia su “comedor” para terminar su almuerzo tranquilamente © Gianfranco Colombo

Pero ni así se distrae, y entre un bocado y el otro vigila su reino © Giuseppe Mazza
Igualmente amarillas son las patas y los dedos, dotados de garras perfectas para atrapar peces, volando a ras de agua.
Los ejemplares inmaduros tienen una coloración distinta: marrones en la parte superior, en la inferior son blancos con manchas oscuras esparcidas, sobre todo en el vientre.
Se trata de un ave que vocaliza mucho, de donde le viene le nombre de pigargo vocinglero, y el reclamo típico es un resonante y áspero “Kwow-kwow-kwow”, que comienza muy fuerte y se va suavizando.
El pico inicial es mucho más agudo en el macho que en la hembra, y es frecuentemente escuchar verdaderos duetos, mientras que la pareja intercambia señales sonoras: estos duetos comienzan generalmente con un más aflautado “weeee”, al que siguen los “Kwow-kwow-kwow”, ahora más agudos, ahora más graves.
Las vocalizaciones son más frecuentes al alba.
El Haliaeetus vocifer es común en casi toda el África subsahariana, en las cercanías de cursos o manchas de agua.
En el África austral falta en las zonas áridas (Kalahari, desiertos del Pequeño y Gran Karoo, desierto del Namib y costa de los Esqueletos).
Tampoco está presente en la zona de El cabo, a excepción de la franja costera que va del Cabo de Buena Esperanza por la Garden route y más allá por la Wild coast. Su hábitat típico está constituido por las orillas de lagos, lagunas y charcas, especialmente con árboles altos en los alrededores, así como por cursos de ríos o incluso lagunas costeras, desembocaduras de ríos y estuarios. Es un ave diurna que vive generalmente en pareja.

Cuando le viene bien ataca también a mamíferos, anfibios, reptiles, aves acuáticas y polluelos © G. Mazza
Su técnica de caza preferida es un rápido picado, tras haber avistado la presa desde lo alto, seguido de un vuelo a ras de agua, dragando la superficie con sus garras, suficiente como para dejar una delgada estela, hasta aferrar al pez, normalmente cuando nada a profundidades no superiores a 10 cm, para después volver a tomar altura con su presa.
Aunque no es un comportamiento frecuente lo he visto cernirse, aprovechando las corrientes y su amplia superficie alar, y en al menos un par de ocasiones también lo he observado lanzarse dentro del agua, como un cormorán, para capturar un pez que se encontraba a un poco más de profundidad.
Los peces capturados son generalmente de un peso no superior a un kilogramo, pero hay excepciones (hasta los 4 Kg), aunque en estos casos la presa no puede ser llevada en vuelo, devorándola en el sitio de caza. Su límite carga está en torno a los 2 kilos y medio.
Frecuentemente rapiña el pez capturado por otra ave, sobre todo por martines pescadores o por cormoranes, aunque estos últimos a veces son huesos duros de pelar.

La envergadura supera la altura de un hombre y las plumas oscuras se introducen en el blanco como una ojiva puntiaguda © Gianfranco Colombo

Es un ave que vocaliza mucho, con ásperos “Kwow-kwow-kwow” © G. Mazza
Más presas posibles son anfibios, reptiles, pequeños monos (cercopitecos), damanes, huevos y crías de cocodrilo, etc.
Al igual que el pigargo americano (Haliaeetus leucocephalus), es atraído por la carroña, no dudando en alimentarse de ella.
La reproducción tiene lugar en periodos diversos en función de la latitud y las estaciones lluviosas.
En Sudáfrica el pico es en agosto (estación seca, de marzo a septiembre), en Zimbabue es en abril, mayo, junio y julio, pero el periodo cambia considerablemente cuando se sube hacia el ecuador.
El nido está construido con ramas, en forma de copa o de plataforma, de hasta 2 metros de ancho y entre 30 cm y 1 m de profundidad, siendo revestido internamente con hojas, hierba y, a veces, los materiales menos pensados.
Vi uno, cerca de un pueblo, que estaba provisto de piezas de plástico y jirones de tela.
Suele ser montado en una bifurcación de ramas de una planta, a cierta altura del suelo, más raramente sobre un acantilado que se asome al agua, o más bajo, sobre arbustos o árboles bajos.
Por lo general pone 2 huevos, más raramente 3 o 1 solo, de alrededor de 1 cm de longitud, blancos, a veces moteados de rojo óxido, y son incubados durante 40 o 45 días.
Los polluelos son alimentados tanto por la hembra como por el macho durante más de dos meses, antes de que puedan abandonar el nido, momento a partir del cual aun permanecerán, en cualquier caso, dependientes de los padres en lo que a alimento se refiere, durante dos meses después del primer vuelo. En el caso de que sean tres los huevos es raro que puedan sobrevivir los 3 polluelos. Uno solo, dos como máximo, serán los que conseguirán llegar a adultos.

Los ejemplares inmaduros tienen coloración distinta: marrones en la parte superior, blancos con manchas oscuras dispersas en la inferior, sobre todo en el vientre © Gianfranco Colombo
Inglés: Fish eagle, African fish eagle; Alemán: Schreiseeadler; Italiano: Aquila pescatrice africana, Aquila urlatrice; Portugués: Aguia pescadora africana, Aguia pesqueira africana, Pigargo africano; Afrikáans: Visarend; Francés: Pygargue vocifér, Aigle pecheur d’Afrique; isiZulu: iNkwazi (plural iziNkwazi); Kwangali: Mpungu; Shona: Hungwe; Tsonga: Ngungwa, N’hwathi; Xosa: Unomakwezana, Ingqolane.
Sinónimos
Falco vocifer Daudin, 1800.
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