Plantas de acuario: el verde jardín de los peces

El verde jardín de los peces. Todo sobre las plantas de acuario. Cómo se cultivan. Cada una tiene su tarea.

 

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Texto © Giuseppe Mazza

 

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Traducción en español de Viviana Spedaletti

 

Mi suegra sigue diciendo que son algas y la mayor de mis hijas, Emilia de cinco años, sostiene que detrás de la grande planta de Echinodorus que domina al centro de la pecera, Barbet y Zebrino, dos simpáticos peces de nuestro acuario, juegan a la pelota o están haciendo el nido.

Es necesario justamente decir que la mágica visión de un mundo sumergido estimula la fantasía, pero para los «adultos» está bien aclarar que los adornos vegetales de los acuarios domésticos no son algas sino plantas acuáticas, es decir plantas que, por su estructura, son adecuadas a vivir total o parcialmente sumergidas.

Las algas de agua dulce existen, pero soy en su mayoría microscópicas y generalmente se presentan como molestas incrustaciones verdes o marrones que remover periódicamente de los vidrios.

Algún comerciante poco correcto vende por plantas de acuario, plantas de apartamento como las Syngonium y las Cordyline que, si tienen un indiscutido efecto estético, no duran ciertamente bajo el agua más de un mes.

Quien compra un acuario no debe, a mi parecer, verlo como un adorno, sino como un pequeño invernadero para plantas acuáticas en que recrear, poco a poco, un mundo sumergido.

Cultivar un acuario es, en pequeño, como cultivar una terraza o un jardín, con la ventaja que no se está atado al ritmo de las estaciones. Con el termostato a 25° y a una iluminación Gro-lux, en nuestro acuario, como en los trópicos, es verano todo el año.

Las especies fácilmente localizables y cultivables son casi 200, pero para su elección es necesario tener presente las dimensiones del acuario, la iluminación, la tierra, el tipo de agua disponible y los peces a alojar.

Si se quiere por ejemplo tener algunos herbívoros o cíclidos, que aman cavar hoyos en el guijarro y desarraigar las plantas, hará falta conformarse con el Musgo de Java (Vesicularia dubyana) que es poco apetecible y, con estos peces, acaba por formar masas errantes, despegadas del fondo, de aspecto bastante decorativo.

Pero partamos de cero, es decir de quien ha comprado apenas un acuario y, queriendo tanto a las plantas como a los animales, quiere reconstruir en casa un entorno ecológico.

Como las plantas terrestres, también las acuáticas utilizan para la fotosíntesis el anhídrido carbónico liberando oxígeno. Además asimilan las sustancias disueltas en el agua, viéndola más blanda, y constituyen un tipo de “filtro biológico”.

Normalmente se debería crear un equilibrio entre los residuos de los peces y las necesidades de nutrición de las plantas. Pero en los primeros tiempos el acuario está carente de sustancias orgánicas y muchos aconsejan poner bajo el guijarro “tierras fértiles”.

No contando con una pecera de cuarentena, yo diría de iniciar con los animales, también porque, especialmente en el período invernal, los peces que los negocios ofrecen a menudo están enfermos y muchos medicamentos hacen mal a las plantas.

Por tanto, resumiendo, diría de proceder de este modo:

1) Extender sobre el fondo del acuario una capa inclinada de guijarro bien lavado, partiendo desde atrás con 6-12 cm de espesor para llegar a cero casi en la base del vidrio anterior.

2) Colocar en puntos estratégicos las rocas ornamentales compradas o recogidas durante las excursiones en la montaña: van bien todas siempre que no contengan mármol o fluorita. Evitaría grandes raíces que pueden enturbiar al agua y decoraciones de dudoso gusto como conchas y buzos de plástico, que obstruyen y contrastan con el entorno que estamos reconstruyendo.

3) Verter lentamente el agua y poner en función calefacción y filtro.

4) Después de 3-4 días introducir las plantas, y luego de casi un mes, si todo va bien, los primeros peces.

Me doy cuenta que ésta es un procedimiento un poco largo, que escandalizará quizás a algún lector y a los comerciantes que quieren vender y revender peces y plantas, pero, por experiencias personales, me parece el mejor camino.

Como peces, teniendo en cuenta las aguas generalmente duras de nuestras ciudades, aconsejaría para iniciar unos lebistes (Poecilia reticulata), unos platy o unos cola de espada (Xiphophorus sp.), los barbus dorados (Barbus semifasciolatus) y algunos gourami perla, (Trichogaster leeri) o azul (Trichogaster trichopterus).

A grandes rasgos podemos dividir las plantas en tres grupos: de crecimiento lento, de crecimiento rápido y flotantes.

Estas últimas como la Salvinia auriculata y la hierba de cristal (Riccia fluitans), deben ser usadas con parquedad porque quitan luz al entorno de abajo, pero son preciosas durante la reproducción de los peces.

La primera, un helecho acuático, ofrece con sus raíces, refugio a los alevines y la segunda, una hepática de talo sutil muy ramificado, provee no sólo óptimos escondites, sino que hospeda en sus meandros una preciosa micro fauna que está en la base de la “dieta primeros días” de los pececillos.

Además es óptimo oxigenadora del agua y esto es muy importante cuando, a consecuencia de lindos acontecimientos, se tiene que parar el filtro para no aspirar a los recién nacidos.

Otro bonito helecho de acuario es el Certopteris thalictroides.

De sus viejas frondas, llamadas también impropiamente “hojas”, a menudo brotan nuevas plantas en miniatura, llamadas “plántulas”.

Para multiplicarla basta con separar las porciones de “hoja” involucradas por el fenómeno y dejarlas flotar en la superficie.

Luego, cuando las plántulas están bien desarrolladas y han echado raíces, se entierran en los puntos deseados.

Esta es una típica especie de rápido crecimiento.

Otras plantas de rápido crecimiento, fáciles de reproducir y por lo tanto poco costosas, son la Cabomba, de hojas elegantemente divididas para formar grandes abanicos, el Myriophyllum, la Limnophila y la Synnema triflorum.

En Asia tropical, donde crece espontánea, esta planta es considerada un infectante de los arrozales, pero en acuario es de gran efecto decorativo.

Pariente del noble acanto, se reproduce, como las especies anteriores, por esqueje: se apartan porciones de fuste, se hunden en la grava y el juego está hecho.

Quien tiene a mano lagos, estanques y ríos, también podrá recoger para el propio acuario esquejes de Ceratophyllum demersum y Elodea densa, plantas acuáticas muy comunes en toda Italia.

Degeneran un poco a 25°, pero son el ideal para peceras no calentadas con peces rojos.
Bonitas plantas de crecimiento más lento, con menores necesidades de fertilizantes y “trabajos de jardinería”, son todas las pertenecientes a los géneros Hygrophila, Vallisneria, Echinodorus y la Nymphoides aquatica,  también llamada “Planta banana” por las extrañas protuberancias de las raíces, parecidas a racimos de plátanos.

Todas las especies hasta aquí propuestas requieren mucha luz. Antes, para lámparas a filamento y peceras de 40 centímetros de altura, se aconsejaba una potencia de 40 Vatios por cada 10 decímetros cuadrados, pero hoy se usan comúnmente los tubos fluorescentes Gro-lux que tienen un mejor rendimiento.

Generalmente, para un buen crecimiento, un acuario debería quedar encendido cerca de 10 horas por día, pero es necesario tener en cuenta también la luz ambiente.

Por lo general, si sobre los vidrios crecen algas morenas, hace falta aumentar la iluminación y si se cubren demasiado de prisa de algas verdes hace falta reducirla.

En los dos acuarios de 400 litros de mi estudio, en los cuales en invierno por la mañana les da el sol durante casi una hora, generalmente enciendo las lámparas hacia las once y las apago, si no hay huéspedes por la tarde, antes del anochecer, también para evitar a los peces traumas por cambio brusco de luz.

Los holgazanes que prefieren plantas de crecimiento lento, con escasas necesidades de luz, pueden cultivar finalmente los Aponogetum, de hojas a menudo caladas como un encaje, las Cryptocorine, la Sagittaria platyphylla y la Acorus gramineus var. pusillus o acoro enano que forma cogollos muy decorativos de apenas 5 cm de alto.

Una última sugerencia para quien ama las “aventuras botánicas” y posee un filodendro y un acuario con tapa no hermética.

Basta con acercar la maceta del filodendro al acuario y hacer que una o más raíces aéreas penetren, como tubos, en la pecera.

Después de casi un mes el resultado será sorprendente: bajo el agua las raíces aéreas habrán desarrollado un fantástico y enredado paisaje de cándidas raíces acuáticas, y afuera, sin necesidad de y rociaduras, vuestra planta estará más lozana que nunca.

En mi casa, en Montecarlo, hace nueve años quité también la maceta con tierra, simplemente colocando pendiente en el agua un esqueje de filodendro con una sola raíz aérea.

Hoy en mi gran acuario apoyado al muro se hunden al menos una treintena de raíces y el filodendro, con la ayuda de algún clavo, ha tapizado dos paredes con 12 metros cuadrados de hojas.

He detenido el filtraje de las peceras, el agua es límpida y sin olor, los peces están bien y, sobre todo, no tengo que regar el filodendro cuando estoy en vuelo hacia los trópicos.

Monstera deliciosa

Mi filodendro (Monstera deliciosa) y el acuario © Giuseppe Mazza

 

GARDENIA  – 1985

 

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