Rosas Meillandina: nacidas para el cultivo en maceta

 

Las mini rosas. Pequeñas y ya grandes. Historia de este grupo de rosas miniatura creadas por la Meilland para el cultivo en maceta.

 

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Texto © Giuseppe Mazza

 

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Traducción en español de Viviana Spedaletti

 

Estando al filósofo alemán Heidegger, “los orígenes se esconden bajo los principios”.

Es verdad para muchos grandes pueblos, llegados de golpe a la fama de la historia;  es real en la evolución de las especies, donde no se encuentra a menudo huella de las formas intermedias;  y todavía más para los cultivares de fama, cuyos orígenes casi siempre quedan como un celoso secreto de los hibridadores.

Las vicisitudes de Meillandina no son excepción a esta regla. Los textos a menudo reproducen noticias incompletas si no erradas, y en el “quartier general” de Meilland, en Antibes, parecen todos evasivos o poco informados. Aún una hora de autopista, y gracias a la ayuda del amigo Rinaldo Sartore de la Nino Sanremo, pude encontrar, en La Cannet des Maures, al director de las investigaciones Meilland, Jacques Mouchotte, el único que, aparentemente, sabe todo sobre el tema.

El género Rosa, me explica, es muy plástico. Si se piensa que un rosal puede tener sólo 25 cm de altura y cubrir 1000 m2 con una sola planta, y que estos dos extremos pueden cruzarse entre ellos, es fácil concluir como, fijado un cierto objetivo, se logre tarde o temprano alcanzarlo. Ciertamente no se pueden crear pétalos azules, porque este color está ausente del patrimonio hereditario de la rosa, pero en nuestras plantas, en nuestra “reserva genética” rica de más allá de 200.000 variedades potenciales, está ya en práctica la respuesta a cada futuro pedido del mercado.

Así a principios de los años 70, nació la idea de un rosal apto, como los geranios, para el cultivo en maceta sobre terrazas y balcones; una planta rústica que respondiera a 4 criterios: pequeña talla, grandes flores, grandes hojas y la capacidad de prescindir del porta injerto.

Mientras para alcanzar este objetivo comenzaba un vasto programa de selecciones y cruces de variedades de invernadero con miniaturas de jardín, se miró ante todo con “ojos diferentes” a cuanto vegetaba en “reserva”, y se descubrió un pequeño cultivar con 20 pétalos rojos en base amarilla, nacido por el cruce de la Rumba con un descendiente de Dany Robin y Fire King.

Fue la primer Meillandina, registrada en el 1975 como Meirov.

Palabra difícil, puesto que las variedades botánicas de las rosas inician por ley con las mismas letras de quien las patenta (en este caso «Mei» como Meilland), y mientras más incomprensible mejor, porque es menor el riesgo de equivocaciones. Para hacerlas  pegadizas, se agrega seguidamente una “marca comercial”, que resume y caracteriza el producto a los ojos del consumidor, y para la Meirov se encontró Meillandina, un apodo no menos afortunado que el cultivar.

Mientras tanto, partiendo de plantas análogas pero de padres diferentes, el programa de investigación dio origen a la variedad Meijikatar, con pétalos más numerosos, un bonito color brillante, rojo anaranjado y una floración más prolongada.

Y para no perder el arranque comercial de la Meirov, que cobraba éxitos crecientes, se pensó en utilizar la marca comercial de Meillandina (en Inglaterra y EE.UU., donde este nombre es impronunciable, la marca es Sun Blaze) para indicar una gama de rosas, y la  Meijikatar se transformó así en la famosa “Orange Meillandina”.

Planta prestigiosa, nacida según el esquema aquí reproducido:

La madre, Parador, fue una rosa de jardín, pero con antepasados procedentes del cultivo en invernadero, y por lo tanto apta a los esfuerzos bajo vidrio;  y su amarillo intenso, habría dado a la Orange la excepcional estabilidad del color durante todo el período de floración.

El padre, un “ilustre desconocido” no comercializado, llevaba la rusticidad y la pequeña talla de una rosa miniatura de jardín, la Baby Bettina y el reflejo rojo-anaranjado de la Duquesa de Windsor.

Teóricamente, comenta Jacques Mouchotte, las probabilidades de obtener la Meijikatar eran muy escasas, pero nuestra constancia fue premiada.

¿Y las otras Meillandina, lo interrumpo, tan diferentes entre ellas, nacieron de mutaciones o de repetidos cruces con esta última?

En nuestro trabajo, me explica, las mutaciones no son nunca determinantes: las consideramos sólo un complemento de gama, y más del 70% de las variedades nace de cruces programados.

Pero en todos las otras Meillandina no corre la sangre de la Meijikatar: un cultivar de éxito no es necesariamente un buen papá, y quién dicta ley en el grupo es un “primo” suyo, nacido paralelamente en el gran programa de investigación, un fundador precioso que somos los únicos en poseer, y mantenemos obviamente en secreto.

¿Y para el futuro?, pregunto.

Siempre se puede mejorar. Estamos consiguiendo flores perfumadas y plantas más uniformes, de igual altura y porte, para no hablar de la creciente posibilidad de alojarlas en interiores. Hoy todas las Meillandina pueden acabar en casa un ciclo de floración, resistiendo dos semanas sin daños;  pero aunque un rosal no podrá crecer nunca a la sombra como una Schefflera o un Filodendro, las nuevas variedades en experimentación ya aceptan sin problemas la vida, durante 6 semanas, entre las paredes domésticas.

 

GARDENIA – 1991

 

→ Historia de la Rosa : de las Rosas Botánicas hacia una rosa perfecta.

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