Varecia rubra

Familia : Lemuridae

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Texto © Dr. Silvia Foti

 


Traducción en español de Carlos Jiménez

 

Varecia rubra, muy amenazado, es uno de las representantes más bellos y grandes de la familia de los lémures

Varecia rubra, muy amenazado, es uno de las representantes más bellos y grandes de la familia de los lémures © Giuseppe Mazza

El Vari rojo (Varecia rubra É. Geoffroy 1812) es un lémur malgache perteneciente a la familia Lemuridae y se incluye, junto con el famoso Vari blanquinegro (Varecia variegata Kerr, 1972), en el género Varecia. Hasta hace poco tiempo se consideraba una subespecie del Vari blanquinegro, pero ahora se reconoce en todos los aspectos como una especie aparte.

El nombre del género Varecia deriva del nombre que las poblaciones locales dan a estos lémures, o “varijatsy”, mientras que el nombre de la especie deriva del latín “rubra” = rojo, para indicar la coloración leonada de gran parte de su pelaje.

Zoogeografía

El Vari rojo habita los bosques tropicales caducifolios primarios y secundarios de la península de Masoala, situada en la costa noreste de Madagascar, y en cuyo territorio se extiende el Parque Nacional del mismo nombre, que comprende grandes extensiones de bosque primario, de secano y costero, así como una variada y abundante fauna. Junto a los Varis rojos, de hecho, en la península habitan otros primates, como el famoso Aye-aye (Daubentonia madagascariensis Gmelin, 1788) y el Lémur pardo (Eulemur fulvus É. Geoffroy, 1796). También está presente en la región al norte de la bahía de Antongil, todavía en la parte noreste de la isla, bahía en la que, históricamente, las áreas de distribución de los dos varis (Varecia rubra y Varecia variegata) se superponían. Actualmente, parece que el río Antainambalana separa las dos especies y que el límite más occidental de la distribución del Vari rojo está cerca de la confluencia del Antainambalana y el Sahantaha.

Al igual que Varecia variegata, se alimenta de frutas, pero también de néctar y polen, gracias a su hocico alargado

Como Varecia variegata, se alimenta de frutas, pero también de néctar y polen, gracias a su hocico alargado © Giuseppe Mazza

Su rango se extiende desde el nivel del mar hasta unos 1200 m de altitud.

Morfofisiología 

El Vari rojo es un lémur grande con un cuerpo delgado y patas largas. Tiene un hocico puntiagudo, parecido al de un zorro, y orejas pequeñas que apuntan hacia atrás, a menudo ocultas por el pelaje. La cara, las manos, los pies, el vientre y la cola son de color negro, mientras que el resto del cuerpo se caracteriza por un pelaje suave y espeso de color óxido, de donde deriva su nombre común, excepto por una pequeña área de pelaje blanco detrás de la cabeza. Pueden aparecer manchas blancas también en las patas o alrededor de la boca.

Junto con el Vari blanquinegro, es sin duda uno de los representantes más hermosos y grandes de la familia Lemuridae. En promedio, mide 60 cm de largo, excluyendo la cola, que puede alcanzar los 50 cm; pesa de 3 a 4 kg. Las hembras son más grandes que los machos.

Al igual que otros simios estrepsirrinos, tiene un peine dental compuesto por seis incisivos inferiores y un segundo dedo especializado en la limpieza del pelaje (grooming).

Ecología-Hábitat 

El Vari rojo es un primate arbóreo: suele ocupar el nivel superior del dosel de las selvas tropicales donde vive; muestra, además, hábitos diurnos. En lo que concierne a la alimentación, ésta es principalmente frugívora: se nutre sobretodo de frutas, néctar y polen, pero en las épocas en que el alimento escasea, como durante la estación seca, no desdeña las semillas y hojas. La predilección de los varis, incluidos los blanquinegros, por el polen, los convierte en polinizadores excepcionales. Tienen dientes insectívoros, ligeramente modificados para adaptarse a sus hábitos frugívoros: su peine dental es ideal para pelar frutas.

Etología-Biología de la Reproducción 

Suele ocupar el nivel superior de las copas de los árboles de las selvas tropicales de ciertas regiones de Madagascar, pero también baja al suelo en busca de semillas y brotes, mostrando, a diferencia de otros lémures, hábitos diurnos. Posee una dentadura insectívora, modificada para adaptarse a hábitos frugívoros

Suele ocupar el nivel superior de las copas de los árboles de las selvas tropicales de ciertas regiones de Madagascar, pero también baja al suelo en busca de semillas y brotes, mostrando, a diferencia de otros lémures, hábitos diurnos. Posee una dentadura insectívora, modificada para adaptarse a hábitos frugívoros © Giuseppe Mazza

El sistema social de Varecia rubra varía según las áreas del bosque en las que se encuentra: en algunas áreas tiende a formar grupos bastante grandes, de 18 a 32 individuos, en otros casos vive en grupos que no superan los 5 miembros. Sin embargo, el tamaño de los grupos también depende de la estacionalidad y, por tanto, de la disponibilidad de alimento: durante la época de lluvias los grupos tienden a ser grandes, probablemente debido a la abundancia de alimento, a diferencia de la época seca, donde la escasez de alimentos lleva a los grupos a fragmentarse en pequeños núcleos.

Utilizan principalmente vocalizaciones como medio de comunicación, evolucionando a un sistema complejo en el que cada grito corresponde a un mensaje preciso: mientras comen, los individuos vocalizan para indicar su posición de vez en cuando y mantener juntos los diferentes subgrupos que se van formando paulatinamente durante la comida. buscar comida; una llamada de alerta se utiliza, por el contrario, para advertir a los miembros de un grupo de la aproximación de un depredador; otro grito, nuevamente, tiene la función de advertir a los demás grupos que el área del bosque ya está ocupada. Dicho esto, los rufos también se comunican por medio de los olores: tienen glándulas en la parte posterior del cuerpo que utilizan para secretar una sustancia olorosa que probablemente identifique la pertenencia a un grupo en lugar de otro.

Varecia rubra es polígama: los machos vigilan a las hembras para captar cualquier señal que muestre su receptividad al apareamiento, tras lo cual las solicitan abiertamente para inducirlas a aparearse.

Viven en pequeñas comunidades de 5 a 32 individuos, según la ubicación y la disponibilidad de alimentos. Se mantienen en contacto a través de vocalizaciones precisas y sustancias aromáticas propias de su grupo. Los machos observan a las hembras para captar una señal que muestre su receptividad al apareamiento

Viven en pequeñas comunidades de 5 a 32 individuos, según la ubicación y la disponibilidad de alimentos. Se mantienen en contacto a través de vocalizaciones precisas y sustancias aromáticas propias de su grupo. Los machos observan a las hembras para captar una señal que muestre su receptividad al apareamiento © Giuseppe Mazza

Generalmente, la solicitación de las hembras por parte de los machos ocurre de acuerdo con un modus operandi estereotipado, que consiste en un acercamiento sumiso por parte del macho, acompañado de una llamada y, a veces, la producción de rastros de olor.

Finalmente, los aspirantes, para seducir a las hembras en celo, pueden llegar a olfatear y lamer sus genitales, realizando atrevidas vocalizaciones y frotando su cuerpo contra el de ellas. Con mucha frecuencia los apareamientos se producen entre individuos pertenecientes a un mismo grupo, pero no faltan las intrusiones de machos foráneos para aparearse con las hembras en celo de otro grupo.

El período reproductivo se extiende de mayo a julio, aunque el celo de las hembras dura sólo un par de días, de los cuales sólo uno es en el que la hembra es realmente fértil.

El embarazo es corto, dura de 90 a 100 días, y en el parto se da a luz a un gran número de crías, hasta 6. Al ser tan corta, dado el tamaño de este primate, y al dar a luz a muchas crías, el embarazo resulta ser agotador para las madres, que incluso tienen la tarea de construir los nidos en los árboles, a unos 10 a 20 metros del suelo, utilizando ramitas, hojas y pelos, para acomodar a los recién nacidos. Es precisamente por eso que los varis han desarrollado una estrategia que permite a las madres un esfuerzo parental más moderado después del nacimiento: las crías son dejadas en los nidos, en una especie de “guardería” ubicada en el “corazón” central del territorio del grupo al que pertenecen, para que la madre pueda moverse en el bosque sin dejar a sus hijos en peligro.

La hembra construye un nido en un árbol para las crías, que luego son vigiladas mutuamente por las otras hembras y el padre. Comienzan a adquirir autonomía de movimiento solo después de unos 45 días

La hembra construye un nido en un árbol para las crías, que luego son vigiladas mutuamente por las otras hembras y el padre. Comienzan a adquirir autonomía de movimiento solo después de unos 45 días © Giuseppe Mazza

En estas guarderías, de hecho, todos los miembros del grupo, incluido el padre, se ocupan de la crianza de los pequeños, realizando cuidados aloparentales (comportamientos dirigidos hacia las crías por parte de individuos distintos a los padres, a menudo llamados “ayudantes”).

Los pequeños, al nacer, son capaces de ver y su cuerpecito está cubierto de pelo, pero empiezan a adquirir autonomía de movimiento tras aproximadamente un mes y medio. El destete suele ocurrir alrededor de los 4 meses y la madurez sexual la alcanzan las hembras alrededor de los dos años, los machos alrededor de los 3 o 4 años. Desafortunadamente, no todos los jóvenes sobreviven: la caída de árboles y los ataques de depredadores resultan fatales para aproximadamente el 65% de ellos. Entre un embarazo y el siguiente hay un período de unos 2 años.

Curiosidades 

El Fosa (Cryptoprocta ferox) es el único depredador natural de Varecia rubra, si no tenemos en cuenta al hombre, una amenaza cada vez mayor para el Vari rojo. Al ser un animal de gran tamaño y vivir principalmente en el bosque primario, es particularmente susceptible a la desaparición de su hábitat; además, es objeto de caza sistemática y puede ser víctima de los frecuentes ciclones que afectan a la península de Masoala. Debido a todos estos factores, Varecia rubra se considera seriamente amenazado de extinción y clasificado por la UICN como CR (En Peligro Crítico). En la naturaleza, el Vari rojo vive unos 20 años, mientras que en cautiverio puede llegar a los 25 años (con excepciones representadas por un ejemplar muy longevo que ha llegado a la venerable edad de los 33 años).

Sinónimos 

Varecia variegata rubra E. Geoffroy, 1812.

 

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