Corvus cornix

Familia : Corvidae

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Texto © Dr. Gianfranco Colombo

 

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Traducción en español de Ignacio Barrionuevo

 

Casi una rapaz, la corneja cenicienta (Corvus cornix) es un animal robusto e inteligente, con un pico ganchudo hecho para rasgar y desgarrar la carne de sus víctimas © Gianfranco Colombo

Casi una rapaz, la corneja cenicienta (Corvus cornix) es un animal robusto e inteligente, con un pico ganchudo hecho para rasgar y desgarrar la carne de sus víctimas © Gianfranco Colombo

A veces es difícil imaginar que dos animales pertenezcan a la misma especie cuando muestran vistosas diferencias morfológicas. Es el caso de ciertos dimorfismos sexuales fuertes, en los que el macho muestra colores y libreas tan distintos a la hembra que nos hacen dudar que pertenezcan a una única especie. Para hacerse una idea basta observar un Ave del paraíso, por ejemplo la Paradisaea minor, o quizás algún faisán, como el Phasianus colchicus, pero en el caso de las cornejas el dilema es bien distinto.

La Corneja cenicienta (Corvus cornix Linnaeus, 1758), que tratamos en este texto, sería clasificada por otros como Corvus corone cornix y la Corneja negra (Corvus corone Linnaeus, 1758) como Corvus corone corone pero nos encontramos en definitiva con aves distintas por color y tamaño y con una distribución geográfica diferente.

Alas, cola, cabeza y parte del cuello son negras, todo el resto es gris ceniciento más o menos claro. En la garganta lleva una mancha negra redondeada a modo de babero © Gianfranco Colombo

Alas, cola, cabeza y parte del cuello son negras, todo el resto es gris ceniciento más o menos claro. En la garganta lleva una mancha negra redondeada a modo de babero © Gianfranco Colombo

Sea como sea, la corneja cenicienta pertenece al orden Passeriformes y a la familia Corvidae siendo probablemente una de las especies más invasoras, oportunistas y bajo ciertos puntos de vista de las más perjudiciales para los lugares que habitan. La inteligencia mostrada por esta familia de aves, sumada a la notable fuerza corporal y a la capacidad de sobrevivir en cualquier ambiente comiendo cualquier cosa han hecho de estas aves un verdadero peligro para la naturaleza que rodea al territorio que habitan. No es un ave rapaz, aunque sí lo es en la práctica, tanto que molesta indiferentemente a aves peligrosas como ratoneros (Buteo buteo), gavilanes (Accipiter nisus) o culebreras (Circaetus gallicus) y agrede y mata a mamíferos como jóvenes coipúes (Myocastor coypus) o conejos silvestres (Oryctolagus cuniculus).

Esta es la corneja negra, ligeramente más pequeña y sin zonas grises. Actualmente algunos taxónomos consideran llamarla Corvus corone corone y según esta clasificación nuestra corneja cenicienta sería Corvus corone cornix. A la espera de estudios genéticos específicos más precisos el debate está abierto © Colombo

Esta es la corneja negra, ligeramente más pequeña y sin zonas grises. Actualmente algunos taxónomos consideran llamarla Corvus corone corone y según esta clasificación nuestra corneja cenicienta sería Corvus corone cornix. A la espera de estudios genéticos específicos más precisos el debate está abierto © Gianfranco Colombo

En Europa es conocida con el nombre común de Hooded Crow en inglés, Cornacchia grigia en italiano, Corneille mantelée en francés y Nebelkrähe en alemán.

La etimología del nombre científico, incluso aceptando las diversas versiones de su clasificación, es bastante repetitiva. “Corvus” deriva del homónimo término latino que significa cuerva; “corone”, del griego “korone” = cuervo, derivado a su vez de “krozo” = graznar; y “cornix” de nuevo del latín y sinónimo de “corvus”. ¡De cualquier modo se trata de un cuervo da igual por donde sea visto!

La distribución de estas dos aves es distinta pero hay superposición, especialmente en invierno, en las zonas de frontera. Así nacen a veces cornejas híbridas como la de la foto, junto a su madre © Colombo

La distribución de estas dos aves es distinta pero hay superposición, especialmente en invierno, en las zonas de frontera. Así nacen a veces cornejas híbridas como la de la foto, junto a su madre © Colombo

Zoogeografía

La corneja cenicienta presenta un territorio netamente distinto al de la negra, con confines bien delimitados que crean una verdadera frontera entre ambas especies. En los lugares de contacto ocurren habitualmente hibridaciones sin que una de las dos especies tenga la superioridad sobre la otra.

Europa está completamente ocupada por la cenicienta a excepción de la península Ibérica, Francia continental y la parte occidental de Alemania, ocupadas en su caso por la corneja negra.

El límite meridional es la orilla del Mediterráneo y Anatolia, mientras que el septentrional es la extrema tundra escandinava. Hacia el este su área de distribución llega a rozar Siberia, bajando a través de las repúblicas centroasiáticas hasta llegar a Irán.

Los puntos de contacto van desde Escocia a través de Europa continental hasta el noreste de Italia y más allá en Siberia y Asia central.

Existen también áreas diseminadas dentro de las áreas de distribución de las dos especies en las que están presentes ambas. Esto ocurre especialmente durante los meses invernales, ya que la corneja negra ocupa generalmente los territorios más fríos y elevados, por lo que está sujeta a menudo a movimientos estacionales más consistentes que le llevan a ocupar durante breves periodos el territorio de la cenicienta.

Esta última está considerada un ave residente. Se han descrito muchas subespecies para la corneja cenicienta, distribuidas principalmente por los límites de las áreas que ocupa, entre los que se cuentan aquellos en los que coexisten formas derivadas de la hibridación entre las dos cornejas.

Existe, por tanto, una cierta confusión a causa de esta variabilidad multifactorial, desembocando en una situación taxonómica bastante variable y con nuevas clasificaciones cada poco tiempo.

Ecología-Hábitat

No hay un hábitat más ideal que otro para la corneja cenicienta vista su fuerte capacidad de adaptación a cualquier ambiente, aunque sus preferencias apuntan a las zonas agrícolas con agrupaciones de altos árboles, choperas de cultivo, campiñas diseminadas de granjas y criaderos de animales, bordes de bosques y también jardines y parques públicos en los grandes centros urbanos. En estos últimos ha encontrado también la protección contra sus poquísimos enemigos, refugiándose en dormideros comunales que además de proporcionarles una cierta seguridad durante el descanso les da una agradable calidez muy apreciada en las rigurosas noches invernales.

A la corneja cenicienta no le gusta el bosque denso y aún menos la alta montaña, siendo un ave principalmente de llanura o, como máximo, de colina, alcanzando rara vez altitudes elevadas como lo hace la negra.

La Corvus cornix come de todo, incluso basura y cadáveres. Destruye huertos y cultivos. Desentierra los granos de maíz recién plantados o abre las mazorcas © Gianfranco Colombo

La Corvus cornix come de todo, incluso basura y cadáveres. Destruye huertos y cultivos. Desentierra los granos de maíz recién plantados o abre las mazorcas © Colombo

En los territorios más al norte acepta también los páramos y pequeños bosques de coníferas que frecuenta, respectivamente, de día durante la búsqueda de alimento y de noche para descansar. Dada su adaptabilidad puede encontrarse prácticamente donde sea, desde la costa a los valles bajo las grandes cadenas montañosas.

Morfofisiología

Como nos dice el nombre vulgar, la librea de la corneja cenicienta está caracterizada por la presencia de este color (gris ceniciento, del color de la ceniza), mientras que en la negra, ligeramente más pequeña, es sin excepción el negro el color predominante.

Pero sobre todo, especialmente en el periodo reproductivo, causa estragos en otras nidadas para llevar, como en este caso, carne fresca a sus polluelos hambrientos de proteínas para crecer © G. Colombo

Pero sobre todo, especialmente en el periodo reproductivo, causa estragos en otras nidadas para llevar, como en este caso, carne fresca a sus polluelos hambrientos de proteínas para crecer © G. Colombo

En la primera, a excepción de las alas, la cola, la cabeza y parte del cuello, que son negros, el resto es de un color gris ceniciento más o menos claro y determinado por la edad y las distintas libreas estacionales. En la garganta muestra una mancha negra redondeada a modo de babero.

La cabeza está prácticamente encapuchada de negro y esta característica ha inducido al mundo anglosajón a asignarle el nombre de “cuervo encapuchado”.

Por su librea esta corneja es fácilmente distinguible en campo incluso a larga distancia dado que el resto de córvidos con los que convive, excluyendo a la pequeñísima grajilla (Corvus monedula) que tiene una muy reducida cantidad de gris en la librea, tienen una coloración totalmente negra. Asunto distinto son la Urraca (Pica pica) o el Arrendajo (Garrulus glandarius) entre otros, córvidos con una coloración completamente distinta.

La corneja cenicienta muestra una complexión robusta y compacta, con alas fuertes y poderosas, patas grisáceas y notablemente largas dotadas de dedos fuertes y ganchudos. Una pata de gallina adaptada a rebuscar vigorosamente por el terreno. Los ojos son negros.

Los jóvenes presentan la misma librea que los adultos a excepción del borde de la boca, que es amarillento en las primeras semanas.

El pico es muy robusto, cónico y puntiagudo y, como en las rapaces, con una pequeña curvatura afilada en su extremo destinada a rasgar y desgarrar la carne de sus víctimas.

Mide alrededor de 50 cm de longitud con un peso de entre 300 y 400 g y una envergadura de cerca de un metro. Es un ave muy resistente a las más adversas condiciones ambientales, consiguiendo sobrevivir a cualquier rigor durante cierto tiempo sin dar signo alguno de debilidad. No tiene enemigos constantes a excepción de otros córvidos, que pueden raptar del nido a sus polluelos cuando aún son implumes. Si para la urraca podemos afirmar que el enemigo principal es la corneja cenicienta, otro tanto podemos decir para esta última. Con frecuencia se roban recíprocamente las nidadas.

Etología-Biología reproductiva

La corneja cenicienta es un ave muy social. Vive todo el año en grandes bandos, en verdaderas bandas dedicadas al puro bandidaje alimentario. Sí que es, por el contrario, muy territorial durante el periodo de nidificación mostrando una fuerte tenacidad en la defensa del nido y del grupo de árboles en los que está colocado.

El nido, colocado muy alto en árboles, está cubierto de lana y puede contener hasta 6 huevos de color celeste intenso, densamente manchado de marrón rojizo © Gianfranco Colombo

El nido, colocado muy alto en árboles, está cubierto de lana y puede contener hasta 6 huevos de color celeste intenso, densamente manchado de marrón rojizo © Colombo

Es frecuente verlo en actitud de defensa ya en invierno, en los alrededores del viejo nido en el que ya ha pensado anidar o quizás sobre el árbol en el que construirá uno nuevo. No obstante, incluso durante el periodo de nidificación las cornejas cenicientas se reúnen en nutridos grupos formados por jóvenes no nidificantes, célibes y adultos en busca de alimento.

A pesar de ser básicamente un carnívoro su alimentación es muy variada: no hay nada que escape a sus anhelos. Su gula le lleva entonces a depredar continuadamente los nidos de otras aves volando en su busca incluso a lo largo de muchos kilómetros para llegar a sus lugares predilectos que bate metódica y meticulosamente en busca de presas de un modo exagerado, casi hasta dejar el ambiente inhabitado. Forman bandas de saqueadores de centenares de ejemplares y se mueven por el territorio persiguiendo, matando y comiendo cualquier cosa.

Cuando nacen los pollos de Corvus cornix son implumes. Permanecen en el nido alrededor de 5 semanas y después siguen a sus padres a menudo hasta la próxima estación © G. Colombo

Cuando nacen los pollos de Corvus cornix son implumes. Permanecen en el nido alrededor de 5 semanas y después siguen a sus padres a menudo hasta la próxima estación © G. Colombo

Se les ve en los campos alineados como soldaditos, buscando de un lado a otro, por cada rincón y arbusto, como en un rastreo militar, destruyendo los ya raros nidos de Alondra común (Alauda arvensis) o de Codorniz común (Coturnix coturnix ) pero también de faisanes y eventualmente las crías de alguna liebre.

Una vez ha conquistado los centros habitados y la periferia de las grandes ciudades, como ave oportunista que es, no se muestra para nada discreto, rebuscando en la basura, buscando animalillos e insectos en la hierba del jardín, desenterrando y dañando bulbos y flores plantados, robando los frutos en los huertos y trata incluso de importunar al gato de la casa. Se le ve también inspeccionar bajo las tejas del tejado de las edificaciones humanas tan pronto advierte el gorjeo de un polluelo, provocando naturalmente también daños a la cubierta.

En el campo es un verdadero flagelo para la agricultura. Lo que en otros tiempos era un espantapájaros que servía para ahuyentar de los cultivos a cualquier ave se ha convertido ahora en un simple reclamo que atrae a estas invasoras. Su meticulosidad e inteligencia han superado todo límite y a menudo se asiste al trabajo de estas bandas que con absoluta regularidad gusta de desenterrar sistemáticamente filas enteras de maíz recién sembrado para comerse los granos. Por el contrario, una vez está la mazorca madura, son capaces de quitar las brácteas y picotear las semillas expuestas.

En efecto, esta corneja, a pesar de que los ingleses la llamen apropiadamente “cuervo de la carroña” dado que estaba siempre presente durante los periodos de hambruna y que aún come con avidez cualquier carroña, actualmente presenta una dieta muy diversificada.

Una virtud que sí puede asignarse a esta ave es la de ser un barrendero. Puede encontrarse en las carreteras correteando bajo peligro de muerte para comer los restos de los animales atropellados, a riesgo de terminar de igual modo que lo que está comiendo. En conclusión, en el pasado siglo esta ave era el enemigo jurado de los guardias de caza ya que agredía a los rebaños criados de animales de caza, mientras que en la actualidad lo es de los agricultores, para numerosos ciudadanos de a pie y aún más de la naturaleza que le rodea, subyugada a su presencia. Pero también en este caso entra la buena fe humano mostrada por algunos, nada distinto de una irreflexiva expresión de un proteccionismo poco preparado e incapaz de evaluar con análisis objetivos la realidad de los hechos, y que bloquea y se manifiesta en contra de medidas de reducción de las poblaciones excesivamente densas de estas aves, a menudo necesarias e improrrogables si se desea salvar los territorios que resultan devastados.

La Corvus cornix se desinfecta o se seca a menudo al sol con las alas más o menos abiertas © G. Colombo

La Corvus cornix se desinfecta o se seca a menudo al sol con las alas más o menos abiertas © G. Colombo

La corneja cenicienta anida en árboles, por lo general a considerable altura, inalcanzable desde el suelo. Escoge normalmente chopos u otros árboles altos, colocando el nido en ramas finas o en horquillas cercanas a extremos de ramas. En estas últimas décadas la corneja cenicienta ha comenzado a hacer uso exitosamente de los tendidos de alta tensión para construir nidos, demostrando su innata versatilidad también en esta actividad.

El nido es una estructura sólida y bien montada formada por una base de ramas de una cierta consistencia para terminarlo con una copa profunda y suavizada con el aporte de raicillas, musgo y lana. Pone hasta seis huevos, más bien pequeños para el tamaño del ave, de color celeste intenso, densamente manchados de marrón rojizo. La incubación dura alrededor de 20 días y los pequeños pollos nacen totalmente implumes. Solo tras 5 semanas serán capaces de dejar el nido y seguir a sus padres, a menudo hasta la llegada de la siguiente estación. En este periodo las crías son alimentadas de manera prácticamente íntegra con polluelos rapiñados de otros nidos. Dos pequeñas anécdotas sobre esta ave.

Como todos los animales, también las cornejas combaten entre sí, en ocasiones pareciendo verdaderas luchas a muerte. Esto no se corresponde con la realidad ya que como máximo sobre el campo de batalla queda alguna pluma arrancada. Al tener un pico tan letal los córvidos evitan picarse en la cabeza para no provocarse daños irreversibles. A colación de este particular un viejo proverbio, quizás alemán, nos dice que “un cuervo no picará jamás el ojo de otro cuervo”.

La corneja cenicienta ha demostrado ser ávida de nueces (Juglans regia) y esto ha provocado una fuerte difusión de este árbol, crecido allí donde esta ave deja caer accidentalmente sus frutos o quizás después de esconderlos como despensa de alimento y después olvidados.

Es un ave bromista que no duda en atacar en grupo a especies peligrosas como este molesto gavilán para defender altivamente su espacio aéreo © Gianfranco Colombo

Es un ave bromista que no duda en atacar en grupo a especies peligrosas como este molesto gavilán para defender altivamente su espacio aéreo © Gianfranco Colombo

Para poder comer las nueces ha elaborado un ingenioso mecanismo que le permite partir la durísima cáscara y comer su contenido. Las lleva en el pico a varias decenas de metros de altura, dejándolas entonces caer sobre superficies duras de modo que la cáscara se rompa y pueda comer la carne. Lo hacen habitualmente sobre el asfalto de las carreteras, repetidamente, y sin importarle el tráfico automovilístico, solo partiendo cuando la cáscara se abre. Incluso a menudo los vehículos pasan por encima de las nueces, facilitando la operación. Un descubrimiento de los últimos decenios instintivamente adquirido por todas las poblaciones. Veremos seguramente avances de este tipo en el futuro con estas aves.

Sinónimos

Corvus corone cornix Linnaeus, 1758.

 

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