Galago senegalensis

Familia : Galagidae

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Texto © Dr. en Ciencias Giuliano Russini – Biólogo Zoólogo

 

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Traducción en español de Silvia Navarro

 

El Galago senegalensis es un prosimio africano en peligro de extinción © Mazza

El Galago senegalensis es un prosimio africano en peligro de extinción © Mazza

El Galagone del Senegal o Gálago menor o Gálago Moholi (Galago senegalensis Géoffroy, 1796) fue descubierto por el gran biólogo francés Etienne Geoffroy Saint-Hilaire, durante sus campañas de exploración en África, a finales del siglo XVIII.

Con el nombre de galagones, son indicados algunos Prosimios (suborden Prosimia, ver ficha Primates) propios del Continente africano, que con seis especies pertenecientes a tres géneros separados (Galago, Galagoides ed Euoticus), constituyen la familia de los Galagónidos (Galagidae).

En realidad, incluso hoy en día, la sistemática de estos Primates no es tan clara; dentro de la “Internacional Commission for Zoological Nomenclature” (ICZN), el debate a nivel de la familia aún está abierto.

Zoogeografía

Las especies de los tres géneros mencionados anteriormente, cubren un área geográfica bastante amplia, que corresponde al África ecuatorial, de este a oeste, y a la parte oriental del África centro-meridional, hasta la isla de Zanzibar (Tanzanía).

En concreto, el Galago senegalensis es común desde Senegal hasta Kenia, en la llamada África Saheliana, pero también se encuentra en Uganda, y en las costas occidentales y orientales del África ecuatorial.

Algunos ejemplares viven también en Tanzanía, incluyendo Zanzibar, aunque en este último caso probablemente fue introducido por el hombre como mascota, como solían hacer los anglosajones. De hecho en estos lugares siguen siendo llamados cariñosamente «bushbabies» o bien «niños de los arbustos», este porque cuando son particularmente numerosos en los matorrales, emiten versos tan ruidosos, que parecen niños jugando en el patio.

El galagone del Senegal y el raro Galagone de la cola negra (Galago alleni) son los galogones auténticos, distintos de los galagones enanos del género Galagoides, y de los galagones de las uñas a alfiler del género Euoticus.

Aunque algunos autores cuenten diez, el Galago senegalensis presenta cuatro razas, que tienen la misma área de distribución de la especie nominal, y son el Galago senegalensis dunnae, el Galago senegalensis sotikae, el Galago senegalensis braccatus, y el Galago senegalensis senegalensis.

Hábitat-Ecología

Estos prosimios muy simpáticos viven en hábitats caracterizados por áreas de arbustos, matorrales y zonas de sabanas, tanto edáficas que secas.

Morfofisiologia

El Galago senegalensis, que, como se ha mencionado, es una especie habitualmente introducida en países anglosajones como mascota, es de talla relativamente pequeña. Tanto el macho como la hembra, de hecho, miden como máximo 40 cm de largo, de los cuales unos 20 cm corresponden a la cola, por alrededor de 300-350 g de peso. El pelaje es de color gris marrón o cinéreo sobre las caderas y sobre la espalda, mientras que las partes inferiores son habitualmente amarillejas o blanquecinas. La parte posterior de la nariz casi siempre es blanca. Tienen ojos muy grandes y un hocico corto, parecido al de los Lorísidos (Lorisoidea). Desde el punto de vista morfológico, los miembros del género Galago (pero esto se aplica también a los de los géneros Galagoides y Euoticus),) tienen líneas generales parecidas, lo que hace un grupo homogéneo en el contexto de los prosimios, pero también líneas de tendencia morfológica convergente, que recuerdan los miembros de los lorísidos. Por esta razón su sistemática todavía sigue evolucionando.

En todo caso entre los lorísidos, los galágidos en general, y en el específico el Galago senegalensis, se distinguen por la cola muy larga (en los lorísidos la cola es reducida a un muñón), por las orejas con los pabellones auriculares muy amplios y salientes (en los lorísidos, las orejas muy pequeñas y redondeadas, apenas sobresalen del perfil de la cabeza) y por un mayor desarrollo relativo a las patas traseras, lo que les permite una deambulación rápida y ágil en los arbustos y sobre los árboles, mientras que los lorísidos son animales de movimientos lentos.

Curioso e intelligente el Galagone del Senegal cuenta con 8 tipos de llamadas © G. Mazza

Curioso e intelligente el Galagone del Senegal cuenta con 8 tipos de llamadas © G. Mazza

Las líneas morfológicas de tendencia convergente, que los hace muy afínes a los lorísidos, en cambio están representadas por carácteres como los ojos redondos, muy grandes, y la cabeza redondeada, con un hocico pequeño y poco protuberante. Caracteres que les permiten de distinguir a primera vista a los Galagidae, de los miembros de la más amplia familia de los Lemuridae, que tienen generalmente ojos relativamente pequeños y hocico prominente, casi canino. Aún más evidente resulta la diferencia con los miembros de otras familias de prosimios, consistente en muy pocas especies muy caracterizadas, como los Indríidos (Indriidae), los Aye Aye (Daubentoniidae), y los Tarseros (Tarsiidae).

La disposiciòn de los dientes del Galago senegalensis, refleja aquella de la familia de pertenencia, que es equivalente a la de los lorísidos y de los lemurides. Se compone de 36 dientes, uniformemente distribuidos sobre cada arcada maxilar y mandibular; luego por cada una arcada tendremos: 2/2 i = 4 incisivos pequeños y distanciados entre ellos; 1/1 c = 2 colmillos; 3/3 pm = 6 premolares; 3/3 m = 6 muelas, por un parcial de 4i+2c+6pm+6m = 18 dientes por arcada (superior, o inferior), multiplicando 18×2=36, se consigue el número total de los dientes, que es precisamente 36.

Etología-Biología Reproductiva

Generalmente las hembras de los galagones, como las de casi todas las especies de prosimios, dan a luz a un cachorro a la vez, después de un período de gestación de 4 meses. Hasta que no alcanza la autosuficiencia, el pequeño del Galago senegalensis queda constantemente agarrado al pecho de la madre, que es así libre de moverse.

El galago del Senegal, como todos los galagones, tiene costumbres de vida nocturnas. Se pasa el día escondido en el hueco de un árbol, y por la noche se mueve con rapidez entre las ramas, en busca de comida, constituida principalmente por insectos. Estos graciosos prosimios, pueden considerarse prácticamente omnívoros, puesto que no desprecian también pequeños vertebrados, de los que quieren sobre todo beber la sangre, y son glotonas de la savia azucarada de las plantas y frutas. Es bien conocida por los biólogos la curiosa y fuerte predilección hacia sustancias alcohólicas, que en naturaleza hallan principalmente bajo forma de savia emitida por las palmas (el bien conocido vino de palma, que es consumido también en grandes cantidades por las poblaciones tribales del África central). Desde el punto de vista del comportamiento, se han realizados profundos estudios a partir del 1930 hasta hoy. El biólogo británico Lowther, históricamente uno de los máximos estudiosos del Galago senegalensis en la naturaleza, escribió de ellos:

“… Cuando el galago Moholi está en cólera, y listo para su defensa o ataque, abre la boca hasta el punto que el labio superior es muy tenso y los colmillos y los premolares están expuestos .. Los ojos del animal permanecen inmóviles sobre la fuente de irritación, justo por encima de la cabeza …” de: Zoológica, 25:433-462.

Desde Lowther , los biólogos se han dado cada vez más cuenta, que el olfato en este prosimio y más en general, en los miembros de la familia de los Galagidae, tiene una enorme importancia. Durante los años 70, los biólogos creían que la evidencia morfológica de esta adicción del comportamiento al olfato, residió justamente en un lóbulo olfativo muy desarrollado, característica en común con los mamíferos menos desarrollados.

Se dijo en efecto, que «… el Galago senegalensis y los otros lorisiformes, como también los lémures, son curiosos como los monos, pero a diferencia de estos últimos, lo manifiestan olfateando el objeto, en lugar de agarrarlo para observarlo o también palparlo con la boca …».

Hasta hoy, a partir de las obras de Lowther de 1940, los biólogos etólogos, han clasificado ocho tipos de llamada en el Galago senegalensis :

Grito de alarma. Es un grito agudo de tono alto, que empieza como aquel del pania oriental, aunque más estridente, pero termina en un silbato y mantiene el grupo en una calma cargada de terror.

Le gusta el néctar, pero también la sangre y las sustancias alcohólicas que chupa de las palmas © Mazza

Le gusta el néctar, pero también la sangre y las sustancias alcohólicas que chupa de las palmas © Mazza

– Grito automático. Del cual se ignora la causa y la función, y que puede prolongarse durante una hora. Es un sonido penetrante, de dos tonos, alto y bajo. Produciéndolo, el animal no interrumpe su actividad, continuando a comer y a saltar. Los otros miembros del grupo no se ven afectados minimamente.

– Llamada parecida a una gallina que empolla. Pero sobre un registro más grave: el animal lo utiliza cuando se aburre.

– Llamada sexual. Aquella con la que el macho busca a la hembra. Es un sonido dulce, de búsqueda, que consta de dos notas.

– Conversación. Cuando están separados, el macho y la hembra se llaman recíprocamente: más templado que el sexual, tiene sin embargo las mismas dos tonalidades, alta y baja.

– Gorjeo de la hembra. Emitido para expresar su malestar por la excesiva atención de un macho.

– Llamada materna. Es muy dulce y delicado, la madre la usa en el nido con el cachorro.

– Grito del cachorro. Llama a la mente el chillido de un ratón. Se le podría llamar un “gorjeo agudo”.

El comportamiento sexual, se puede así resumir: la hembra acepta el macho solo cuando está en celo, período que puede durar de cinco a seis días. En esta etapa, tiene una pérdida incolora que excita notablemente a la pareja, que en continuación huele sus genitales y lame a la hembra, justo antes de la cópula. Durante el período de excitación sexual, se ha observado la cúpula por tres o cuatro veces por noche e incluso por la mañana, cuando normalmente deberían dormir. Durante los largos intervalos entre las fases de excitación, el macho continúa acercándose a la pareja, pero esta lo rechaza. En cautiverio, cuando la sigue en la jaula o en la valla, se oye una llamada dulce y triste, definido por los biólogos zoólogos » llamada sexual de búsqueda.»

A veces, la hembra se limita a saltar adelante del macho y no parece irritada por su demasiada atención, pero si ésta persiste, al final se vuelve hacia él, emitiendo una especie de gorjeo de molestia: generalmente ésto desanima las atenciones del macho.

Algunas veces, ocurre que la hembra se enfada realmente, hasta el punto que después de haber gritado hacia el macho, sin haber conseguido ningún resultado, se vuelve hacia él con tal furia, que él asume una posición de alarma. En general, una vez formadas las parejas son estables y muy unidas. A menudo se los observa sentados lado a lado, se los pueden observar mientras se lavan recíprocamente, mientras luchan por juego, o hasta mientras se abrazan y se restriegan la nariz.

El carácter de la hembra, es aún más feroz hacia el compañero durante el embarazo. El biólogo holandés Ilse, observó los famosos comportamientos de micción (orinar) estereotipados. A menudo el macho, deja caer algunas gotas de orina, mientras camina, levantando y bajando rítmicamente las caderas; o bien se orina en una de sus manos, que luego frota sobre el pie del mismo lado. Ilse avanzó la hipótesis que ambas formas de micción, sirvan para señalar su presencia. En el primer caso marcaría los lugares en sentido horizontal, y en el segundo en vertical, sobre los troncos de los árboles.

La IUCN declara que sea el Galago senegalensis, que todas las especies de la familia de los Galagidae, están en serio peligro de extinción y deben ser protegidas en todas las formas.

 

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