Jardín botánico de Victoria: historia y endemismos de las Seychelles

 

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Texto © Giuseppe Mazza

 

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Traducción en español de Viviana Spedaletti

 

Jardín Botánico de Victoria, Seychelles

Entrada del Jardín Botánico Nacional de Seychelles © Giuseppe Mazza

El Jardín Botánico de Victoria, en las Seychelles, conocido también como Jardín Botánico de Mont Fleuri, o Jardín Botánico Nacional de Seychelles, es una “anciana señora” de espíritu moderno.

Nace, como tantos jardines colo- niales, en 1901, para probar, en el clima de las Seychelles, plantas útiles para la agricultura y a la economía de la época: los Coco- teros, la Palma aceitera, el Árbol del pan, el Caoba, la Canela, el Café, el Cacao, la Vainilla, la Nuez Moscada y otras especias.

El director, Paul DuPont, viaja incansablemente de un país tro- pical al otro, y logra colmar, en 30 años, el vacío hortícola, ligado al aislamiento geográfico de las islas Seychelles.

Pero a partir de 1980, sopla el espíritu de la modernidad.

Manteniendo la estructura geo- gráfica antigua, con el respeto de lo que hoy se ha convertido en Monumento Nacional, el jardín abre las puertas al público, y desarrolla el cultivo de las especies endémicas.

No se mira más a la agricultura, sino al turismo de masa y a la biodiversidad a proteger. Se introducen otras 5 especies de palmas raras, que crecen sólo en las Seychelles, y varias plantas locales, de interés histórico y botánico, sin descuidar el lado estético, con variedades ornamentales y flores nunca vistas, que sorprenden a cada paso al visitante.

Jardín Botánico de Victoria, Seychelles

El Coco de mar, plantado en 1956 por el Duque de Edimburgo, con unos cincuenta grandes frutos con 2 o 3 semillas © Giuseppe Mazza

Por motivos de espacio, hoy la multiplicación en serie, para la difusión y la reintroducción de las especies locales, está confiada al National Biodiversity Centre de Barbarons, que está surgiendo en la costa occidental de la isla de Mahé.

Mientras aquí los turistas apura- dos, que no pueden permitirse las islas de Curieuse, Fregate o Praslin, con la antigua floresta de la Vallée de Mai descubren la naturaleza de las Seychelles y la mítica Lodoicea maldivica , conocida como Coco de mar, que se creía crecía en el fondo del mar.

Más de 30.000 visitantes al año, atraídos por las semillas más grandes del mundo, que recuer- dan con meticulosa morbosidad, en los detalles, a la anatomía pél- vica femenina, y de fáciles fotos recuerdo con las Tortugas gigantes, que se pueden hasta tocar en un gran recinto a la sombra del majestuoso árbol.

A menudo la forma típica de los frutos de Coco de mar es un corazón y tienen en el interior una sola semilla. Pero esta planta aislada, en un suelo fértil, bien irrigado, da también dos o tres, con formas más o menos provocantes para gloria de los coleccionistas. Frutos enormes, que emplean seis o siete años para madurar, y pueden también alcanzar los veinte kilos. A 9-12 meses desde la fecundación, su tamaño es ahora casi definitiva.

Jardín Botánico de Victoria, Seychelles

Una Palma aceitera (Elaeis guineensis), el delgado Cyrtostachys renda y la elgante Pritchardia pacifica © Giuseppe Mazza

En el interior de la semilla se forma una gelatina translúcida, comestible, sabroso postre para millonarios o visitantes importan- tes, dado que un fruto cuesta más de 300 euros.

Luego la gelatina se pone más densa y llena toda la nuez, transformándose en sólido “marfil vegetal”.

Buena parte de las seis hectáreas del jardín están dedicadas a las palmas.

Especies históricas, cultivadas antes por los frutos, como la famosa Palma aceitera (Elaeis guineensis), utilizada hoy para producir jabón, velas, margarina y combustibles bio, o la Palma del azúcar (Borassus flabellifer) de la cual se obtienen, además del azúcar, alcohol, fibras textiles y papel.

Basta hacer una incisión en las inflorescencias y de éstas brotan, por 5-6 meses, 10-20 litros de linfa por día. Una sabrosa bebida que contiene el 15% de sacarosa. Fermentando produce el vino de palma y calentada se transforma en jarabe y luego azúcar.

Entre las varias especies orna- mentales se destacan la delgada Cyrtostachys renda alta como una casa de dos pisos sobre un tallo de unos pocos centímetros, llamada también Palma lacre por la base escarlata de las hojas; la insolita y rara Palma botella (Hyophorbe lagenicaulis) de la Isla Mauricio, con el tallo similar a una gran botella de champagne; y la Palma abanico de las Islas Fiji (Pritchardia pacifica).

Entre las palmas endémicas, además de numerosos ejemplares masculinos y femeninos de Lodoicea maldivica , no faltan naturalmente la Latannyen milpat (Nephrosperma vanhoutteanum), la Latannyen fey (Phoenicophorium borsigianum), la Latannyen lat (Verschaffeltia splendida , la Latannyen oban (Roscheria melanochaetes), y la Palmis (Deckenia nobilis) sobre las cuales encontraréis fotos e informaciones, siempre en mi servicio dedicado a la floresta del Vallée de Mai.

Jardín Botánico de Victoria, Seychelles

El árbol del viajero (Ravenala madagascariensis) no es una palma, sino un pariente de las bananas © Giuseppe Mazza

El jardín, dividido por 14 enormes bloques de granito, de 750 millones de años de antigüedad, se desenvuelve alrededor del gran paseo principal, que sube directamente desde la entrada hacia la floresta adyacente. Sobre el fondo el pico de los Trois-Frères.

A la izquierda, al fondo del prado, se destaca inmediatamente un Árbol del pan (Artocarpus altilis) cargado de frutos; y luego se descubre la Ravenala madagascariensis , conocida como Árbol del viajero o Palma del viajero, que a despecho del aspecto y del nombre, no es una palma, sino una planta herbácea, perteneciente, como la strelitzia y los bananeros, a la familia de las Musaceae.

Más allá un Mango (Mangifera indica) plantado en época colonial, hace sombra a una cincuentena de turistas. Hablan de la Manzana de los elefantes (Dillenia indica), un arbolito, de junto, que brinda extraños frutos redondeados, similares a repollos, de los que se extrae un shampoo.
Esperaba ver la gran flor blanca, típica de la insólita familia de las Dilleniaceae, pero será para una próxima oportunidad, porque a fin de mayo, lamentablemente, no era la estación apropiada. En el Jardin Botanique de Mont Fleuri, las flores y los frutos se alternan un poco todo el año, a menudo de manera imprevisible.

Jardín Botánico de Victoria, Seychelles

Petrea volubilis, Mussaenda erythrophylla, y Alpinia purpurata © Giuseppe Mazza

Muchas especies florecen sólo de diciembre a marzo, durante la estación de las lluvias; otras cuando cambian los monzones, o también durante los meses más secos, luego de algunos días de lluvia.

Me sorprendió una elegante liana de flores azules, la Petrea volúbilis , pariente, pensad un poco, de las verbenas; y la insólita Mussaenda erythrophylla un arbusto de África tropical, que pertenece, como el café y las gardenias, a la familia de las Rubiaceae.

Las flores, de una perfecta geometría estelar, poseen grandes sépalos rojos, o rosados, que se superponen curvados, a modo de bananas, creando casi lámparas chinas.

Entre los parientes del jengibre, se destacan la vistosa Etlingera elatior, llamada Ginger flameante o Rosa de porcelana; el Cheilocostus speciosus, el Espiral Ginger, de grandes pétalos blancos similares a mariposas; y la Alpinia purpurata, en flor casi todo el año, con sus inconfundibles racimos rosados o rojos.

Las Allamanda cathartica, Tecoma spp, Cassia fistula y Peltophorum pterocarpum crean luminosas manchas de amarillo.

Mientras en el laguito, entre las ninfeas, crece una insólita Aracea con los pies en el agua, el Typhonodorum lindleyanum de Madagascar, que se diría, a primera vista, un bananero. Los bien conocidos Flamboyant (Delonix regia) florecen en octubre y la Vid de jade (Strongylodon macrobotrys) sorprende por sus grandes inflorescencias verdes.

Jardín Botánico de Victoria, Seychelles

Inflorescencia de Parkia javanica, la flor del árbol de bala de cañón (Couroupita guianensis) y frutos de Bixa orellana © Giuseppe Mazza

En la parte alta del jardín, no lejos de la cafetería, que ofrece sándwich y bebidas, crece el árbol de la Cola (Cola nitida) con sus grandes semillas de cotiledones rosados, muy ricos en cafeína, qui se ha naturalizado de maravillas y está invadiendo toda la cercana floresta.

Un poco más abajo, a la derecha del kiosco, es fácil encontrar en el suelo unos extraños pompones. Son las insolitas inflorescencias caídas de la Parkia javanica, un majestuoso árbol polinizado por un mamifero: el Zorro volador (Pteropus seychellensis).

Estos grandes murciélagos, de piel leonada, están de día colgados cabeza hacia abajo sobre las ramas de los grandes árboles, pero una hora antes del atardecer están en actividad.

Se lanzan poderosos llamados, y dan vueltas, buscando frutos, sobre la floresta, atraidos también por la crujiente flor, poco bestial, del Árbol de las balas de cañón (Couroupita guianensis).

Consumen, sin muchos escrú- pulos, a modo de ensaladitas, los crocantes pétalos rojos, y los “tentáculos” de la flor, iguales a los de una anémona de mar; pero los ovarios que sobreviven al estrago, son polinizados, y nacen así unos pesadísimos frutos esféricos, similares a bochas, o antiguas balas de cañón.

No menos extraños son los frutos de la Bixa orellana, un arbusto de América tropical, también conocido como Rucou, Bija o Achiote.

Protegidos por blandas espinas bermellón, están repletos de pequeñas semillas rojas, recubiertos por una cera muy rica en carotenoides. Contienen vitamina A, selenio, calcio y magnesio, y están entre los ingredientes básicos de la famosa “recado rojo”, la salsa picante mejicana, para no hablar de cremas solares y repelentes de insectos.

Su colorante rojo, ya usado por los Indios para pinturas corporales llamativas, es conocido hoy en Europa con el nombre de E160b, y sirve para dar tonos rojo-anaranjados a muchos quesos duros, y a los filetes de abadejo.

Jardín Botánico de Victoria, Seychelles

La Nuez moscada (Myristica fragrans), la Jatropha podagrica, y el Bulbul de las Seychelles (Hypsipetes crassirostris) © Giuseppe Mazza

La Nuez moscada (Myristica fragrans) es un árbol que puede superar los 20 m.

Los frutos, madurando, se abren prácticamente en dos, con un corte perfecto, y dejar ver un falso fruto, con vistosas vetas rojas. En su interior hay una semilla, de fina cáscara marrón, y finalmente la nuez para rallar.

También la pulpa blanca es comestible, en forma de merme- ladas o confitadas, pero sobre todo, con sus aceites esenciales, la planta es importante para la industria alimenticia, farmacéu- tica y la perfumería, con una demanda de casi 10.000 tonela- das de frutos por año.

La Jatropha podagrica, llamada también Planta botella por la forma del tallo, pertenece como la Estrella de Navidad a la familia de las Euphorbiaceae. Cuando caen los pétalos, las inflorescencias se transforman en flameantes ramos de coral, entre los que asoman los frutos.

Una escolar pasa alegre entre los paseos y entiendo por qué el Reuters’ Travel and Leisure Ma- gazine colocó al Jardin Botanique de Mont Fleuri en el séptimo puesto, entre los jardines botá- nicos más bellos del Mundo.

Árboles antiguos, llenos de historia, pero también un lugar en línea con los tiempos, que habla de biodiversidad, de ecología y difunde el conocimiento y el respeto por la naturaleza.

Jardín Botánico de Victoria, Seychelles

Nectarinia dussumieri, Foudia madagascariensis y Mabuya sechellensis, sobre el mismo árbol de Schefflera actinophylla © Giuseppe Mazza

Las personas del lugar no raramente se detienen a hablar con los jardineros y siguen conten- tos, con sus macetas de plantas para el jardín doméstico. Para otros es simplemente un lugar donde relajarse.

Anochecía, y me senté, como ellos, en un banco, a la sombra, junto a un Umbrella tree (Schefflera actinophylla), árbol con gran- des inflorescencias rojas, ricas en azúcar, dispuestas en lo alto a modo de paraguas.

Fue como ir a la ópera.

Primero, entró en escena el Bulbul (Hypsipetes crassirostris), un cómico pájaro que me miró a escondidas.

Luego una Mabuia (Mabuya sechellensis) trepó lentamente al sol, sobre las inflorescencias, mientras dos pequeñas Nectari- nias (Nectarinia dussumieri) se llenaban de néctar, apenas molestadas por un joven macho de la Foudia madagascariensis que también buscaba, antes de dormir, la copa del estribo.

El sol baja rápidamente en las Seychelles y rápidamente es de noche.

Jardín Botánico de Victoria, Seychelles

Ficus benghalensis y un rincón de la parte alta del jardín, junto a la cafetería © Giuseppe Mazza

 

 – 2008 –